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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

“Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, como debo obrar, para el bien de los hombres, de la iglesia y el triunfo de Jesucristo”.

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

16 de agosto de 2017

DORMICIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. FIESTA 15 DE AGOSTO.

Icono ortodoxo ruso de la Dormición
SE HA DORMIDO LA MADRE DE DIOS
Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: "qui facit voluntatem Patris mei qui in coelis est, ipse intrabit in regnum coelorum" -el que hace la voluntad de mi Padre..., ¡ése entrará! (Camino, 754)
Iglesia de la dormición de María en Jerusalén
LA DORMICIÓN DE LA VIRGEN
Según la Tradicion: Aconteció una vez que la Santísima Virgen María se encontraba orando en el Monte de Eleón (cerca de Jerusalén) cuando se le apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el Señor se La llevará consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los Apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó Su purísima alma. 
Dormición de la Virgen
Los Apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo a Su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la gruta donde se encontraban los cuerpos de Sus padres y el de San José. Durante el entierro ocurrieron muchos milagros. Con sólo tocar el lecho de la Madre de Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier enfermedad se curaba.
Iglesia de la dormición de María en Jerusalén
Tres días después del entierro de la Madre de Dios, llegó a Jerusalén el Apóstol Tomás que no pudo arribar a tiempo. Se entristeció mucho por no haber podido despedirse de la Virgen María y, con toda su alma, expresó su deseo de venerar Su purísimo cuerpo. Cuando se abrió la gruta donde fue sepultada la Virgen María, Su cuerpo no fue encontrado y sólo quedaron las mantas funerarias. Los asombrados Apóstoles retornaron a su vivienda. Al anochecer, mientras rezaban, oyeron un canto angelical y al levantar la vista pudieron ver a la Virgen María suspendida en el aire, rodeada de Ángeles y envuelta en un brillo de gloria celestial. Ella les dijo a los Apóstoles: 
“¡Alégrense! ¡Estaré con ustedes todos los días!”
La dormición de María 
Los últimos años de María sobre la tierra —los que transcurrieron desde Pentecostés a la Asunción—, han permanecido envueltos en una neblina tan espesa que casi no es posible entreverlos con la mirada, y mucho menos penetrarlos. La Escritura calla, y la Tradición nos hace llegar solamente ecos lejanos e inciertos. Su existencia transcurrió callada y laboriosa: como fuente escondida que da aroma a las flores y frescura a los frutos. Hortus conclusus, fons signatus ( Ct 4, 12), le llama la liturgia con palabras de la Sagrada Escritura: huerto cerrado, fuente sellada. Y también: manantial de aguas vivas, arroyos que bajan del Líbano ( Ibid ., 15). Como cuando estaba junto a Jesús, pasó inadvertida, velando por la Iglesia en sus comienzos.
Los historiadores del arte suelen destacar principalmente dos elementos de la Dormición de la Virgen, realizada por el Greco en torno a 1565 y conservada en Hermúpolis, capital de la isla de Syros.
Es cosa clara que vivió, sin duda alguna, junto a San Juan, pues había sido confiada a sus cuidados filiales. Y San Juan, en los años que siguieron a Pentecostés, moró habitualmente en Jerusalén; allí lo hallamos constantemente al lado de San Pedro. En la época del viaje de San Pablo, en vísperas del Concilio de Jerusalén, hacia el año 50 (cfr. Hch , 15, 1-34), el discípulo amado figura entre las columnas de la Iglesia ( Gal 2, 9). Si María estaba aún a su lado, debería rondar los 70 años, como afirman algunas tradiciones: la edad en que la Sagrada Escritura cifra la madurez de la vida humana (cfr. Sal 89, 10).
La dormición de María 
Pero el puesto de María estaba en el Cielo, donde su Hijo la esperaba. Y así, un día que permanece desconocido para nosotros, Jesús se la llevó consigo a la gloria celestial. Al declarar el dogma de la Asunción de María, en 1950, el Papa Pío XII no quiso dirimir si la Virgen murió y resucitó enseguida, o si marchó directamente al cielo sin pasar por el trance de la muerte. Hoy día, como en los primeros siglos de la Iglesia, la mayor parte de los teólogos piensan que también Ella murió, pero —al igual que Cristo— su muerte no fue un tributo al pecado —¡era la Inmaculada!—, sino para asemejarse más completamente a Jesús. Y así, desde el siglo VI, comenzó a celebrarse en Oriente la fiesta de la Dormición de la Virgen: un modo de expresar que se trató de un tránsito más parecido al sueño que a la muerte. Dejó esta tierra —como afirman algunos santos— en un transporte de amor.
"La Muerte de la Virgen, panel del retablo Maesta". Es una obra del pintor de la escuela sienesa Duccio Buoninsegna. Fue el pintor más importante de dicha escuela de los siglos XIII y XIV. Sus dimensiones son 39,7 x 45,2 cm y se encuentra en el Museo Ópera del Duomo, Siena.
Los escritos de los Padres y escritores sagrados, sobre todo a partir de los siglos IV y V, refieren detalles sobre la Dormición y la Asunción de la Virgen basados en algunos relatos que se remontan al siglo II. Según estas tradiciones, cuando María estaba a punto de abandonar este mundo, todos los Apóstoles —excepto Santiago el Mayor, que había sufrido martirio, y Tomás, que se hallaba en la India— se congregaron en Jerusalén para acompañarla en sus últimos momentos. Y una tarde serena y blanca cerraron sus ojos y depositaron su cuerpo en un sepulcro. A los pocos días, cuando Tomás, llegado con retraso, insistió en ver el cuerpo de la Virgen, encontraron la tumba vacía, mientras se escuchaban cantos celestiales.
La dormición de María 
Al margen de los elementos de verdad contenidos en estas narraciones, lo que es absolutamente cierto es que la Virgen María, por un privilegio especial de Dios Omnipotente, no experimentó la corrupción: su cuerpo, glorificado por la Santísima Trinidad, fue unido al alma, y María fue asunta al cielo, donde reina viva y gloriosa, junto a Jesús, para glorificar a Dios e interceder por nosotros. Así lo definió el Papa Pío XII como dogma de fe.
A pesar del silencio de la Escritura, un pasaje del Apocalipsis deja entrever ese final glorioso de Nuestra Señora. Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas ( Ap 12, 1). El Magisterio ve en esta escena, no sólo una descripción del triunfo final de la Iglesia, sino también una afirmación de la victoria de María (tipo y figura de la Iglesia) sobre la muerte. Parece como si el discípulo que había cuidado de la Virgen hasta su marcha al cielo, hubiera querido dejar constancia —de una manera delicada y silenciosa— de este hecho histórico y salvífico que el pueblo cristiano, inspirado por el Espíritu Santo, reconoció y veneró desde los primeros siglos.
El tránsito de la Virgen, de Andrea Mantegna (1462)
LOS APÓSTOLES —EXCEPTO SANTIAGO EL MAYOR, YA MÁRTIR, Y TOMÁS, QUE SE HALLABA EN LA INDIA— SE CONGREGARON EN JERUSALÉN PARA ACOMPAÑARLA EN SUS ÚLTIMOS MOMENTOS. Y UNA TARDE SERENA Y BLANCA CERRARON SUS OJOS Y DEPOSITARON SU CUERPO EN UN SEPULCRO.
Después de la ascensión del Señor, la Madre de Dios permaneció bajo el cuidado del apóstol y evangelista Juan, y durante los viajes de este ella solía quedarse en la casa de sus allegados cerca del Monte de los Olivos. Su función en la primitiva iglesia fue ser fuente de consolación y de edificación tanto para los apóstoles como para los creyentes. 

Dormición de la Virgen
Durante la persecución que inició el rey Herodes en contra de la joven Iglesia de Cristo (Hechos 12:1-3), la Madre de Dios y el Apóstol Juan se dirigieron a la ciudad de Éfeso en el año 43. También viajó a Chipre para estar con San Lázaro, el resucitado por el Señor, donde este era obispo, como también estuvo en el Monte Athos. San Esteban de la Santa Montaña dice que la Madre de Dios proféticamente dijo: 
“Dejad que este lugar sea entregado a mi hijo y Dios. Yo protegeré este lugar e intercederé ante Dios por él”.
De acuerdo a la Santa Tradición, basada en las palabras de los mártires Dionisios el Areopagita (3 de octubre) e Ignacio el revestido de Dios (20 de diciembre) San Ambrosio de Milán (7 de diciembre) tuvo la oportunidad de escribir en su obra “Sobre las vírgenes” que la Madre de Dios
“era virgen no solo de cuerpo, sino también de alma, humilde de corazón, de pocas palabras, sabia en su mente, trabajadora y prudente. Su regla de vida era la de no ofender a nadie sino hacer el bien a todos”.
Dormición de la Virgen
LAS CIRCUNSTANCIAS EN QUE SUCEDIÓ LA DORMICIÓN DE LA MADRE DE DIOS SE CONOCIERON EN LA IGLESIA ORTODOXA DESDE TIEMPOS APOSTÓLICOS.
Ya en el primer siglo de la cristiandad, San Dionisio el Areopagita escribió sobre su “dormición”. En el siglo II, la historia de que su cuerpo subió a los cielos la encontramos en las obras de Melitón, Obispo de Sardis. En el siglo IV, San Epifanio de Chipre hace referencia a la tradición sobre la “dormición” de la Madre de Dios. En el siglo V, San Juvenal, Patriarca de Jerusalén, le dice a la Emperatriz Bizantina Pulqueria: 
“pese a que no existen datos sobre su muerte en las sagradas Escrituras, sabemos sobre todo esto de la más antigua y creíble tradición”. Dicha tradición fue expuesta en la historia de la Iglesia de Nicéforos Callistos durante el siglo XIV.
En el momento de su dormición, la Madre de Dios estaba de regreso en Jerusalén. Día y noche perseveraba en la oración e iba con frecuencia al Santo Sepulcro. En una de esas visitas, el Arcángel Gabriel apareció ante ella y le anunció que pronto dejaría esta vida. Así es que ella decidió visitar por última vez Belén llevando consigo las tres jóvenes que la atendían (Séfora, Abigail y Jael). Antes de esto le anunció a José de Arimatea y a otros discípulos que pronto partiría de este mundo.
En su oración, la Madre de Dios pidió que el Apóstol Juan viniera a verla por última vez. El Espíritu Santo lo trajo desde Éfeso. Después de la oración, María ofreció incienso y Juan escuchó una voz del cielo que concluía la oración de la Virgen y que decía “amén”. La Madre de Dios interpretó que la voz significaba que pronto los apóstoles y los discípulos llegarían hasta el lugar en el que ella se encontraba.
Dormición de la Virgen
Los creyentes, reunidos en gran número a su alrededor, dice San Juan Damasceno, escucharon las últimas palabras de la Madre de Dios. Ninguno sabía la razón de encontrarse presentes en este lugar hasta que San Juan se acercó a ellos, con lágrimas, y explicándoles que el Señor había decidido juntarlos a todos nuevamente para la dormición de la Madre de Dios.
También apareció entre los presentes el apóstol Pablo con sus discípulos Dionisio el Areopagita, Hieroteos y San Timoteo y algunos de los setenta.
A la tercera hora del día (9 de la mañana) la dormición de la Madre de Dios se llevó a cabo. Los apóstoles se acercaron a su lecho y ofrecieron alabanzas a Dios. De repente, la luz de la divina Gloria resplandeció enfrente de ellos. El mismo Cristo apareció rodeado de ángeles y profetas.
Viendo a su Hijo, la Virgen María exclamó
“mi alma magnifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador por que ha visto la humildad de su esclava” (Lc 1:46). 
Así entregó su alma a su Hijo y Dios; milagrosa fue la vida de la Purísima Virgen y maravillosa su dormición.
A partir de ese momento comenzaron a preparar el entierro de su cuerpo purísimo. Los apóstoles fueron los encargados de llevar su féretro sobre sus hombros. Esta procesión se realizó por toda Jerusalén hasta llegar al jardín del Getsemaní.
Un sacerdote judío de aquella ciudad llamado Efonio, lleno de odio, quiso tirar el féretro que transportaba el cuerpo de la Purísima Madre de Dios. El Arcángel Miguel cortó sus manos. Viendo esto se arrepintió y confesó la majestad de la Madre de Dios y así comenzó a ser un ferviente seguidor de Cristo.
Dormición de la Virgen
Cuando la procesión llegó al jardín del Getsemaní, los apóstoles y los discípulos comenzaron a dar el último adiós a la Virgen María. Recién a medianoche lograron depositar el cuerpo dentro del sepulcro y sellar la entrada con una gran piedra.
Por tres días no se fueron de ese lugar, orando y cantando salmos. Por la providencia de Dios, el apóstol Tomás no estuvo presente en el funeral. Llegando el tercer día a Getsemaní se acercó a la tumba y allí lloró preguntándose por qué no se le había permitido a él presenciar la partida de la Madre de Dios. Los apóstoles decidieron abrir la tumba para que Tomás pudiera dar su último adiós. Cuando abrieron el sepulcro, solo encontraron sus lienzos y entendieron que su cuerpo también había sido recibido en los cielos por Nuestro Señor.
La tarde del mismo día, estando los apóstoles reunidos en una casa para poder comer, la Madre de Dios se les apareció y les dijo: “Regocíjense, estaré con ustedes todos los días de sus vidas”. Ellos exclamaron “Santísima Madre de Dios, sálvanos” iniciando esta exclamación que acompañará a la Iglesia eternamente.
Esta fiesta que celebramos todos los 15 de agosto es celebrada con mucha reverencia y especial solemnidad en el Getsemaní, el lugar de su entierro.
En nuestra Iglesia dos comunidades del país (Argentina) han dedicado sus templos a esta fiesta: las comunidades de San Miguel de Tucumán y de San Fernando en la Provincia de Buenos Aires.
Dormición de la Virgen
Su promesa de ser auxiliadora e intercesora de los cristianos se mantiene hasta el día de hoy y se convirtió en nuestra Madre celestial. Por Su gran amor y Su ayuda todopoderosa, los cristianos desde tiempos remotos la veneran y acuden a Ella para pedir ayuda y la llaman "Fervorosa Intercesora por el género humano," "Consuelo de todos los afligidos" y quien "no nos abandona después de Su dormición." Desde tiempos remotos, y siguiendo el ejemplo del Profeta Isaías y de Santa Elizabet, empezó a ser llamada Madre de Dios (o Deípara) y Madre de nuestro Señor Jesucristo. Este nombre surge como consecuencia de que Ella engendró a Aquél que siempre fue y será el verdadero Dios.
Dormición de la Virgen
LA DORMICIÓN DE LA MADRE DE DIOS - Catequesis de S. S. Juan Pablo II, 25 de junio del 1997 - Síntesis 
El Papa recordó las palabras del Concilio Vaticano II: 
"La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria".
Con esta fórmula, la Constitución dogmática ´Lumen gentium´, siguiendo a mi Venerado Predecesor Pío XII, no se pronuncia sobre la cuestión de la muerte de María...existe una tradición común que ve en la muerte de María su entrada a la gloria celestial".
Como Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario para su Madre... La Revelación presenta la muerte como un castigo del pecado. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia proclame a María libre del pecado original por singular privilegio divino, no lleva a concluir que Ella recibiera también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior a su Hijo, que ha asumido la muerte dándole un nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación.
Independientemente del hecho orgánico y biológico que causó el cese de la vida del cuerpo, se puede decir que el paso de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de manera que nunca como en aquel caso, la muerte pudo ser concebida como una ´dormición´.
Dormición de la Virgen
El Papa recordó que el Nuevo Testamento no habla de la muerte de María, lo cual hace pensar que acaeció de modo natural. En cuanto a la disposición espiritual de la Virgen en el momento de abandonar este mundo, San Francisco de Sales considera la muerte de María 
"como un morir en el amor, a causa del amor y por amor´", afirmando que "murió de amor por su Hijo".
Dormición de María. Martín de Soria (1471). 
Iglesia Santa María. Asín (Zaragoza). Foto Jesús Díaz.
Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre el tema, nos recordaba que Pío XII y el Concilio Vaticano II no se pronuncian sobre la cuestión de la muerte de María. Pero aclara que 
“Pío XII no pretendió negar el hecho de la muerte; solamente no juzgó oportuno afirmar solemnemente, como verdad que todos los creyentes debían admitir, la muerte de la Madre de Dios”. (JP II, 25-junio-1997)
Sin embargo, algunos teólogos han sostenido la teoría de la inmortalidad de María, pero Juan Pablo II nos dice al respecto,
“existe una tradición común que ve en la muerte de María su introducción en la gloria celeste”. (JP II, 25-junio-97)
Se refiere posiblemente a que, como afirma Antonio Royo Marín o.p., la Asunción gloriosa de María, después de su muerte y resurrección, reúne un apoyo inmensamente mayoritario entre los Mariólogos. (cfr. La Virgen María, A. Royo Marín, 1968).
Dormición de la Virgen

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA ES UN GRAN EJEMPLO PARA TODOS AQUELLOS QUE TRATAN DE COMPLACER A DIOS.
Ella fue la primera que decidió entregar Su vida enteramente a Dios. Demostró que la voluntaria virginidad supera a la vida familiar y matrimonial. Siguiendo Su ejemplo, ya desde el inicio de los siglos, muchos cristianos empezaron a llevar una vida casta con oraciones, ayunos y la mente orientada a Dios. Así surgió y se afirmó el monacato. Lamentablemente, el mundo contemporáneo no ortodoxo no valora en absoluto y hasta se burla de la castidad, olvidándose de las palabras del Señor: 
"Porque hay eunucos (vírgenes) que nacieron así del vientre de su madre; y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos que se hicieron a sí mismos eunucos por causa del Reino de los Cielos; el que sea capaz de recibir esto, que lo reciba" (San Mateo 19:12).
Icono ortodoxo ruso de la Dormición
Completando esta breve visión de la vida terrenal de la Virgen María, cabe agregar que Ella, tanto en el momento de Su suprema Gloria, cuando fue elegida para convertirse en la Madre del Salvador del Mundo como también durante las horas de Su inmensa pena, cuando al pie de la cruz y según la profecía de San Simeón "un arma traspasó Su alma," demostró tener un pleno dominio de sí misma. Con esto, descubrió toda la fuerza y la belleza de Sus virtudes: la humildad, la fe inquebrantable, el valor, la paciencia, la esperanza en Dios y el amor hacia Él. Por eso nosotros, los ortodoxos, la veneramos con tanta devoción y tratamos de seguir Su ejemplo. 
Fuente:
http://www.iglesiaortodoxa.cl/especiales/dormicion/dorm%20iconos.htm
http://www.acoantioquena.com/old/Espanol/santoral/Dormicion.htm
http://www.iglesiaortodoxa.cl/especiales/dormicion/dorm%20especial.htm

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