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"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

“Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, como debo obrar, para el bien de los hombres, de la iglesia y el triunfo de Jesucristo”.

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

15 de octubre de 2019

SAN CALIXTO I PAPA Y MÁRTIR. PAPA Nº 16 de la Iglesia Católica. Fiesta 14 de Octubre. LAS CATACUMBAS DE SAN CALIXTO.

San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
¿SABES QUIÉN ERA SAN CALIXTO?
EL PAPA SAN CALIXTO FUE ELEGIDO EN EL 217, SE DISTINGUIÓ POR SU MISERICORDIA Y COMPRENSIÓN CON LOS PECADORES ARREPENTIDOS, EN CONTRA DE LOS RIGORISTAS. MURIÓ MÁRTIR EN EL 222.
ES, INDUDABLEMENTE, UNO DE LOS ROMANOS PONTÍFICES QUE MÁS SOBRESALIERON A FINES DEL SIGLO II Y PRINCIPIOS DEL III, EN UN TIEMPO EN QUE MULTITUD DE CORRIENTES MÁS O MENOS PELIGROSAS TRATABAN DE DESVIAR A LA IGLESIA DEL VERDADERO CAMINO DE LA ORTODOXIA Y DEL JUSTO MEDIO DE LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA.
San Calixto I
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Papa de la Iglesia católica
217-222

Predecesor
Ceferino
Sucesor

Urbano I
Información personal

Nombre
Calixto

Nacimiento
ha. 155Roma (Italia)

Fallecimiento
223
RomaItalia
🔺Calixto es un nombre que en griego quiere decir: “muy hermoso”. Este Pontífice se ha hecho famoso por Las Catacumbas de San Calixto, en Roma, que él organizó (catacumba significa: cueva subterránea). Estas catacumbas son las más famosas de Roma (según decía Juan XXIII). Tienen 4 pisos sobrepuestos, y más de 20 kilómetros de corredores. Allí se encuentran el famoso sepulcro de Santa Cecilia y los sepulcros de muchísimos mártires de los primeros siglos.
➤Este Santo Pontífice convirtió a muchos romanos al cristianismo, curó a varios enfermos que padecían de enfermedades muy graves, y defendió cuanto más pudo a los creyentes perseguidos.
Según el Líber Pontificalis, Calixto nació en Roma, y su padre, llamado Domicio, residía en el barrio denominado Ravennatio. Era esclavo; mas, dotado como estaba, de extraordinarias cualidades, supo levantarse poco a poco hasta llegar a ser obispo de Roma, rigiendo con notable acierto a la Iglesia durante los cinco años que duró su pontificado (217-222).
Perseguido, pues, por su amo, logró Calixto escapar de Roma; pero fue alcanzado en Porto cuando intentaba huir por mar, y poco después se le impuso un denigrante castigo, propio de esclavos, obligándole a mover la rueda de un molino.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
Entretanto, como insistieron los acreedores para que se le pusiera en libertad, con la esperanza de poder recobrar sus pérdidas, su dueño Carpóforo hizo que le levantaran el castigo, y así Calixto intento entablar negocios en una sinagoga de judíos. Pero, temiendo éstos ser envueltos en sus engaños, reales o supuestos, le llevaron ante el prefecto de Roma, el cual le hizo azotar y le sentenció luego a ser deportado a las minas de Cerdeña.
Y aquí comienza una nueva etapa en la vida del esclavo Calixto. Como en Cerdeña se encontraban multitud de cristianos condenados a los trabajos forzados de las minas, Calixto fue considerado como uno de ellos. Vencidas algunas dificultades, consiguió ser librado Calixto, y, al ser conducido a Roma, recibió la orden del papa Víctor (189-199) de permanecer en Ancio.
Grande Mina Serbariu y CCPI - Carbonia - Entre los años 30 y 50 del siglo XX, la mina de carbón Serbariu - la única mina de carbón Sulcis Iglesias - ha sido una fuente principal de energía para Italia
No se sabe con toda seguridad si ya desde un principio, siendo esclavo del cristiano Carpóforo, era cristiano, o si abrazó después el cristianismo, tal vez por el contacto con los deportados de Cerdeña. En todo caso, desde este momento aparece como cristiano, a las órdenes de los Romanos Pontífices.
En Ancio se detuvo Calixto hasta el principio del pontificado de San Ceferino (199-217), aprovechando este tiempo de retiro para intensificar más y más su formación religiosa, preparándose para los grandes problemas para los que le destinaba la Providencia.
El papa Ceferino fue quien llamó a Calixto a Roma y le hizo encargado de la catacumba de la vía Appia, que posteriormente recibió el nombre de San Calixto. Se entregó con toda su alma a la organización y embellecimiento de aquella catacumba, lo que constituye la primera de las importantes obras en que intervino este gran Papa.
Catacumbas de San Calixto
Su principal empeño consistió en unificar las diversas partes iniciales, como eran la cripta de Lucina y otras existentes en sus proximidades, dando a todo el conjunto una extensión mayor y convirtiéndolo en el principal cementerio cristiano. Sobre todo, fue obra suya el destinar una de las partes principales de esta catacumba para sepultura de los Papas. Es lo que, desde entonces, se designó como Cripta de los Papas, donde fueron sepultados, durante todo el siglo III, todos los Romanos Pontífices, excepto Cornelio y el mismo Calixto.
No es, pues, de maravillar que posteriormente este cementerio o catacumba fuera designado como cementerio o Catatumba de San Calixto. De hecho fue el primero que pasó a ser plena propiedad de la Iglesia. El mismo papa San Ceferino ordenó de diácono a Calixto y le tomó como su principal auxiliar y secretario.
A la muerte de San Ceferino, el año 217, fue elevado al Solio pontificio como su sucesor. Y, por cierto, las circunstancias eran bien difíciles para la Iglesia, por lo cual constituye un mérito muy especial de San Calixto el haber resuelto, con su autoridad pontificia, algunos problemas sumamente agitados durante su pontificado.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
Dos fueron las cuestiones en las que intervino el nuevo Papa, a las que va unido su nombre en la historia de la Iglesia: la cuestión dogmática sobre la Trinidad, representada por el sabelianismo, que afirmaba una unidad exagerada en la esencia divina y destruía la distinción de personas, y la cuestión del rigorismo exagerado de los montanistas o los defensores de Tertuliano. En ambos problemas tomó Calixto importantes decisiones, que marcaron el punto medio de la verdadera ortodoxia católica. Pero también en ambas cuestiones se aprovecha su rival Hipólito para calumniarlo y desacreditarlo ante la Iglesia universal.
Calixto se vio obligado a intervenir con decisión; pero en su impugnación del sabelianismo tomaba el término medio de la ortodoxia, sin aceptar la doctrina de Hipólito. Por esto, con su acostumbrado apasionamiento, le acusa éste de defender la doctrina sabeliana. En realidad no fue así, sino que rechazaba por un lado a Sabelio y por otro a Hipólito, sin determinar explícitamente en qué consistía la verdadera doctrina. Por esto Hipólito se levantó contra Calixto como antipapa y luchó tenazmente contra él: pero al fin, desterrado él mismo por la fe cristiana, reconoció su error, se reconcilió con el sucesor de San Calixto y murió mártir.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
Entretanto San Calixto, bien informado de la peligrosa propaganda de los sabelianos, llamados también monarquianos o modelistas, lanzó la excomunión contra Sabelio y sus partidarios, pero al mismo tiempo, sin condenar propiamente a Hipólito, rechazó las teorías que tendían a subordinar al Logos, es decir, a Cristo, a Dios, con lo cual favorecían cierto dualismo en la divinidad, y juntamente se exponían al peligro de un verdadero subordinacianismo que niega la igualdad del Hijo con el Padre y, por consiguiente, su divinidad. Precisamente de esta tendencia se derivó despues el arrianismo.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
Tal fue, en conjunto, la actuación del gran papa San Calixto. El Líber Pontificalis le atribuye un decreto sobre el ayuno, pero no tenemos noticias ulteriores que confirmen o aclaren esta disposición pontificia. Su gloria descansa, por tanto, en el hecho de que, siendo un simple esclavo de nacimiento, por sus propios méritos se elevó a los más encumbrados cargos y aun al mismo Pontificado, y, además, en su extraordinario acierto en la organización de la catacumba que por lo mismo es conocida como de San Calixto, y en haber defendido el dogma católico frente a los sabelianos antitrinitarios, y la disciplina cristiana del perdón de los pecados contra el rigorismo montanista y de Tertuliano.
La tradición, desde la más remota antigüedad, lo venera como mártir. Murió probablemente durante el reinado del emperador Alejandro Severo (222,235), el año 222; pues, aunque este emperador no persiguió a los cristianos, pudo originarse su martirio por algún arrebato popular promovido por los fanáticos paganos.
Las actas de su martirio, compuestas en el siglo Vll, transmiten la leyenda de que, por efecto de la furia popular, fue arrojado por una ventana a un pozo en el Trastevere y su cuerpo sepultado con todo secreto en el vecino cementerio de Calepodio.Los cristianos, en medio de la revuelta producida con su martirio, lo enterraron en el lugar más próximo.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
LAS CATACUMBAS DE SAN CALIXTO
San Josemaría nos guía por las catacumbas de Roma para que apreciemos las hazañas, verdaderamente recias, que llevaron a cabo aquellos primeros cristianos
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
RELATOS BIOGRÁFICOS
San Josemaría nos guía por las catacumbas de Roma para que apreciemos las hazañas, verdaderamente recias, que llevaron a cabo aquellos primeros cristianos. Con una confianza segura en la ayuda de Dios, sin hacer cosas raras, entraron en todas partes: en el foro, en los palacios, hasta en la casa del emperador.
La persecución ordenada por Nerón en el año 64 condujo al martirio a una gran cantidad de cristianos. Fue una dura prueba para la joven Iglesia de Roma, que desde ese momento tuvo que afrontar además una terrible campaña de calumnias y desprestigio entre el vulgo. Los cristianos eran calificados de ateos –se negaban a dar culto al emperador–, peligrosos para la unidad del Imperio y enemigos del género humano; y se les atribuían las peores atrocidades: infanticidios, antropofagia y desórdenes morales de todo tipo. Tertuliano (160-220) lo describía así: "No hay calamidad pública ni males que sufra el pueblo de que no tengan la culpa los cristianos. Si el Tíber crece y se sale de madre, si el Nilo no crece y no riega los campos, si el cielo no da lluvia, si tiembla la tierra, si hay hambre, si hay peste, un mismo grito enseguida resuena: ¡los cristianos a las fieras!" 1.
Hasta el 313, año en que se alcanzó la paz con el Edicto de Milán, la Iglesia vivió perseguida. Es cierto que estas persecuciones no tuvieron siempre la misma intensidad y que, quitando algunos periodos concretos, los cristianos hacían vida normal; pero el riesgo de encontrar el martirio siempre estaba presente: bastaba la acusación de un enemigo para que se diera inicio a un proceso. Quien se convertía era plenamente consciente de que el cristianismo suponía una opción radical que implicaba la búsqueda de la santidad y la profesión de la fe, llegando –si fuera necesario– a la entrega de la propia vida. El martirio era considerado entre los fieles un privilegio y una gracia de Dios: una posibilidad de identificarse plenamente con Cristo en el momento de la muerte. Junto a esto, la conciencia de la propia debilidad les llevaba a implorar la ayuda del Señor para saber abrazarlo, si se presentaba la ocasión, y a venerar como modelos a los que habían alcanzado la palma del martirio. Es fácil imaginar cómo emocionaría a la comunidad cristiana de Roma oír los detalles de la muerte santa de sus hermanos en la fe. Estos relatos eran a un tiempo consuelo y fortaleza para los creyentes, y semilla para nuevas conversiones. Las reliquias de los mártires se recogían y sepultaban con devoción, y a partir de ese momento se acudía a ellos como intercesores.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
Desde muy antiguo, la ley romana establecía que las necrópolis –ciudades de los muertos, en griego– debían situarse fuera de las murallas de la ciudad. "Al hombre muerto ni se le sepultará ni se le quemará en la Urbe" 2. Los romanos solían incinerar los cuerpos de los difuntos, pero también existían algunas familias que tenían por costumbre enterrar a los seres queridos en campos de su propiedad, costumbre que se fue imponiendo posteriormente por influencia del cristianismo.
Al principio no había separación, y se enterraba juntos a fieles y paganos. A partir del siglo II, gracias a las donaciones de algunos cristianos de buena posición social, la Iglesia comenzó a tener sus propias necrópolis, a las que los fieles comenzaron a llamar cementerios –coimeteria, del griego koimáo, dormir–: lugares donde los cuerpos reposan en espera de la resurrección. Así fueron surgiendo las catacumbas cristianas, que no eran –como a veces se piensa– escondrijos o sitios de reunión para las celebraciones litúrgicas, sino lugares de sepultura donde se custodiaban los restos mortales de los hermanos en la fe. Originariamente, el término catacumba hacía referencia a la zona de la vía Apia que se encuentra entre la tumba de Cecilia Metella y la ciudad de Roma. Con el tiempo, pasó de ser un toponímico a designar en general el cementerio cristiano bajo tierra. En los primeros siglos fueron enterrados en ellas muchos mártires y, junto con las tumbas de San Pedro y San Pablo, las catacumbas pasaron a ser lugares de memoria y veneración muy queridos para los cristianos de Roma. ¡Cuántas veces, en los momentos difíciles, se escaparían a implorar la ayuda de Dios por intercesión de aquellos que habían proclamado el Evangelio con su sangre! Movidos por la devoción, era normal que los fieles quisiesen ser sepultados y esperar la resurrección en compañía de los demás miembros de la comunidad cristiana y, si era posible, cerca de algún Apóstol o de algún mártir.
Santa Cecilia
EN LA VÍA APIA
Las Catacumbas de San Calixto se encuentran a la salida de Roma por la vía Apia. En el siglo II, comenzó a utilizarse la zona como lugar de enterramiento, y algunos de sus propietarios, indudablemente cristianos, facilitaron que fuesen enterrados allí otros hermanos en la fe. Por esta época recibió sepultura la joven mártir Cecilia, cuya memoria fue muy venerada desde el momento de su muerte. Perteneciente a una familia patricia, Cecilia se convierte al cristianismo en su juventud. Se casa con Valeriano, a quien también acerca a la fe, y los dos deciden vivir virginalmente. Poco después, Valeriano –que se ocupaba de recoger y sepultar los restos de los mártires– es descubierto y decapitado. Cecilia también es delatada ante las autoridades. Intentan asfixiarla en las calderas de su casa y, tras salir ilesa, es condenada a muerte por decapitación. La ley romana contemplaba que el verdugo podía dar tres golpes con la espada. Cecilia los recibe, pero no muere inmediatamente. Tendida en el suelo, antes de exhalar el último suspiro, tuvo fuerzas para extender tres dedos de la mano derecha y uno de la izquierda, testimoniando hasta el final su fe en el Dios Uno y Trino. Cuando siglos más tarde, en 1599, se inspeccionaron sus reliquias, el cuerpo incorrupto de Santa Cecilia se encontraba aún en esa posición. Maderno la inmortalizó en una escultura que hoy se encuentra en la iglesia de Santa Cecilia en el Trastevere –su antigua casa, donde reposan desde el siglo IX los restos de la santa– y de la que hay una copia en las Catacumbas de San Calixto, en el lugar donde fue inicialmente sepultada.
En el siglo III, el cementerio es donado al Papa Ceferino (199-217), que confía su gestión al diácono Calixto. Nace así el primer cementerio propiedad de la Iglesia de Roma, que un siglo más tarde custodiará ya los restos mortales de dieciséis papas, casi todos mártires. Calixto trabajó al frente de las catacumbas casi veinte años, antes de convertirse en el sucesor del Papa Ceferino como cabeza visible de la Iglesia. Durante ese tiempo, amplió y mejoró la disposición de las áreas principales del cementerio: en especial, la Cripta de los Papas y la Cripta de Santa Cecilia.
Cripta de Santa Cecilia
Otro mártir que con su testimonio conmovió a la comunidad cristiana es San Tarsicio. En el siglo IV, San Dámaso Papa grabó sobre su sepulcro la fecha exacta en que recibió el martirio: el 15 de agosto del año 257, durante la persecución de Valeriano. Tarsicio era un adolescente que ayudaba como acólito a repartir la Comunión entre los cristianos presos en las cárceles. Aquel 15 de agosto fue descubierto, apresado y amenazado para que entregara las Sagradas Formas. Tarsicio se negó, y prefirió morir lapidado a permitir la profanación del Cuerpo de Cristo.
Con la paz de Constantino, las catacumbas continúan siendo lugares de sepultura, y también se convierten en meta de peregrinación. Sin embargo, en el siglo V, tras el saqueo de Roma llevado a cabo por Alarico, aumenta la inseguridad en el exterior de las murallas de la ciudad y serán cada vez menos frecuentadas. En el siglo IX, se decide llevar los huesos de los santos a las iglesias que están dentro de la ciudad; y durante la Edad Media las catacumbas van cayendo progresivamente en el olvido: nadie acude a esos lugares y en muchos casos se pierde la memoria de su ubicación.
Aunque el interés por las catacumbas renace a partir del siglo XV, habrá que esperar hasta el XIX para que vuelvan a ser valoradas como lugar santo y tesoro de la cristiandad. Giovanni Battista De Rossi, fundador de la arqueología cristiana moderna y redescubridor de las Catacumbas de San Calixto, cuenta en sus memorias cómo convenció a Pío IX para visitar las excavaciones. Cuando llegaron a la Cripta de los Papas, De Rossi le explicó las inscripciones y le mostró la lápida que San Dámaso hizo colocar en el siglo IV con los nombres de los sucesores de Pedro martirizados y allí sepultados. Fue entonces cuando Pío IX tomó conciencia de dónde se encontraba. Con los ojos brillantes por la emoción, se arrodilló y estuvo un rato absorto en oración. Era la primera vez, después de casi mil años, que un Papa volvía a poner los pies en este lugar santificado por la sangre de los mártires.
Sepulcro del Siglo IV
4 de Julio de 1946
Al poco de llegar a Roma, san Josemaría comentó su deseo de ir a rezar a las catacumbas. "¿Veis que no estamos solos?", decía a sus hijos durante el encierro en la Legación de Honduras, años antes. "Como los primeros fieles en la quietud de las catacumbas romanas, podemos clamar: "Dominus illuminatio mea et salus mea, quem timebo?" (Sal 26,1); el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Sólo así podemos explicarnos las hazañas, verdaderamente recias, que llevaron a cabo aquellos primeros cristianos. Con una confianza segura en la ayuda de Dios, sin hacer cosas raras, entraron en todas partes: en el foro, en los palacios, hasta en la casa del emperador"3.
El 4 de julio de 1946 san Josemaría fue a primera hora de la mañana a las Catacumbas de San Calixto. El fundador del Opus Dei celebró la Santa Misa en la Cripta de los Papas, y don Álvaro del Portillo en la de Santa Cecilia. Después visitaron las Catacumbas de San Sebastián y los primitivos sepulcros de los Apóstoles.
San Calixto Papa Nº 16 de la Iglesia Católica y Mártir de la Iglesia 14 de Octubre
Desde los comienzos de la Obra, a san Josemaría le gustaba citar a los primeros cristianos como modelo y ejemplo para explicar la vida de los fieles del Opus Dei. No en vano, los calificaba como "predecesores nuestros, en el viejo y novísimo apostolado de la Obra"4. Se calcula que el número de sepulturas cristianas en las catacumbas de San Calixto ronda las quinientas mil. La mayor parte son tumbas sencillas, con algún simple grabado para distinguirlas. A partir del siglo IV –acabada la persecución–, se hacen más frecuentes las inscripciones en las lápidas. Junto al nombre, como para señalar un elemento característico de la vida de esa persona, se solía indicar la profesión. Allí había panaderos, carpinteros, sastres, pintores, maestros, médicos, abogados, funcionarios del Estado, soldados...; un claro reflejo de la variedad de oficios de los cristianos, que –como dice San Agustín– mezclados entre los demás hombres corrientes, hacían la vida de todos, pero animados "por una fe distinta, una esperanza distinta y un amor distinto"5. ¡Cómo disfrutaría san Josemaría pensando en aquellos predecesores en la fe que buscaban la santidad en medio del mundo, al tiempo que eran fermento en la masa de la sociedad! El amor y la veneración que sentía hacia ellos, le llevaba a ponerles muchas veces como ejemplo en su predicación: "no tengo otra receta para ser eficaz que la que tenían los primeros cristianos. No hay otra, mis hijos"6.
A lo largo de su vida, el Fundador del Opus Dei se refirió en numerosas ocasiones a pinturas o grabados presentes en las catacumbas para ilustrar temas como el amor a la Virgen, la fraternidad, o la unidad con el Papa, que ya testimoniaban gráficamente los fieles de los primeros siglos. No obstante, si hubiese que destacar una imagen de los primeros cristianos que le enamorara especialmente, seguramente habría que hablar del Buen Pastor.
En el cuarto de trabajo de san Josemaría en Villa Tevere se puso una lápida de travertino con una reproducción del Buen Pastor que se encuentra en las catacumbas, y estos versos de Juan del Enzina: "tan buen ganadico, / y más en tal valle, / placer es guardalle. / Y tengo jurado / de nunca dejalle, / mas siempre guardalle". "Desde el primer día, desde aquel 2 de octubre de 1928, siento el impulso divino, paterno y materno, hacia vosotros y hacia vuestras vidas. Nada de ninguno de vosotros me es extraño, ni de esos miles de hijas e hijos míos que no conozco" 7.
Buen Pastor
Le gustaba hablar del Buen Pastor para fomentar nuestra preocupación apostólica por todas las almas: "Señor, tengo un puñal clavado en el corazón: la necesidad de ayudarlos. Ve Tú mismo detrás de ellos, Buen Pastor, y cárgalos sobre tus hombros; que se reproduzca aquella figura amabilísima que contemplamos en las catacumbas. Cuando el pastor encuentra la oveja que había perdido, la pone sobre sus hombros gozoso, y, al llegar a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió (Lc 15, 5-6)"8.
Durante su vida, el fundador del Opus Dei no sólo habló del Buen Pastor; también luchó por serlo, encarnando esas palabras que Cristo pronuncia en el Evangelio: "Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por sus ovejas" 9. Como ha testimoniado el Prelado del Opus Dei, san Josemaría "meditó durante toda su vida las escenas evangélicas del Buen Pastor. Amaba muchísimo esa alegoría y estaba dispuesto a conocer a las ovejas una a una; a dar la vida por ellas; a llevarles a los mejores pastos; y a no dejar de atender a la que se hubiera perdido o detenido en el camino"10.
A la entrada de las Catacumbas de San Calixto, antes de descender las escaleras que llevan a la Cripta de los Papas, se puede ver una imagen del Buen Pastor, copia de la original del siglo IV que ahora se encuentra en el Museo Vaticano. También hay una igual en Villa Tevere, cerca de la Iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, donde reposan los restos de san Josemaría. Al verla, son innumerables los recuerdos que evoca: Jesucristo, los primeros cristianos, el Papa, todas las almas..."¡Con qué ternura hablaba Cristo, Señor Nuestro, del Buen Pastor! ¡Cómo lo describe! Nos dice que las ovejas seguían al pastor, y le querían, y se sabían bien cuidadas..." 11.
Notas
1. Tertuliano, Apologeticum, 40, 12.
2. Doce Tablas, 10.1.
3. San Josemaría, AGP, P12, p. 32.
4. San Josemaría, Instrucción, n. 298.
5. San Agustín, De civitate Dei, 54, 2.
6. San Josemaría, Apuntes tomados de la predicación oral, 29-II-1964.
7. San Josemaría, AGP, P18, pp. 151-152.
8. San Josemaría, AGP, P18, p. 276.
9. Jn 10, 11.
10. Mons. Javier Echevarría, Memoria del Beato Josemaría, p. 329.
11. San Josemaría, Apuntes tomados en una tertulia, 13-III-1955.
Grande Mina Serbariu y CCPI - Carbonia - Entre los años 30 y 50 del siglo XX, la mina de carbón Serbariu - la única mina de carbón Sulcis Iglesias - ha sido una fuente principal de energía para Italia
Y aquí comienza una nueva etapa en la vida del esclavo Calixto. Como en Cerdeña se encontraban multitud de cristianos condenados a los trabajos forzados de las minas, Calixto fue considerado como uno de ellos. Vencidas algunas dificultades, consiguió ser librado Calixto, y, al ser conducido a Roma, recibió la orden del papa Víctor (189-199) de permanecer en Ancio.
No se sabe con toda seguridad si ya desde un principio, siendo esclavo del cristiano Carpóforo, era cristiano, o si abrazó después el cristianismo, tal vez por el contacto con los deportados de Cerdeña. En todo caso, desde este momento aparece como cristiano, a las órdenes de los Romanos Pontífices.
En Ancio se detuvo Calixto hasta el principio del pontificado de San Ceferino (199-217), aprovechando este tiempo de retiro para intensificar más y más su formación religiosa, preparándose para los grandes problemas para los que le destinaba la Providencia.
San Ceferino
Papa de la Iglesia católica
19920 de diciembre de 217
Zephyrinus.jpg
PredecesorVíctor I
SucesorCalixto I
Información personal
Nombre secularCeferino
Nacimiento¿?, Roma (Italia)
Santidad
Festividad26 de agosto, San Ceferino, Papa y Mártir
El papa Ceferino fue quien llamó a Calixto a Roma y le hizo encargado de la catacumba de la vía Appia, que posteriormente recibió el nombre de San Calixto.
Las Catacumbas de San Calixto son galerías subterráneas de hasta cuatro pisos sobrepuestos que superan los diez kilómetros de longitud y que albergan los sarcófagos de decenas de cristianos.
Se entregó con toda su alma a la organización y embellecimiento de aquella catacumba, lo que constituye la primera de las importantes obras en que intervino este gran Papa.
Vista de los loculi en un corredor de las catacumbas de Calixto,Roma (Italia).
Su principal empeño consistió en unificar las diversas partes iniciales, como eran la cripta de Lucina y otras existentes en sus proximidades, dando a todo el conjunto una extensión mayor y convirtiéndolo en el principal cementerio cristiano.
Sobre todo, fue obra suya el destinar una de las partes principales de esta catacumba para sepultura de los Papas.
Es lo que, desde entonces, se designó como Cripta de los Papas, donde fueron sepultados, durante todo el siglo III, todos los Romanos Pontífices, excepto Cornelio y el mismo Calixto.
Catacumbas de Calisto (Roma). Cripta de los Papas
No es, pues, de maravillar que posteriormente este cementerio o catacumba fuera designado como cementerio o Catatumba de San Calixto.
De hecho fue el primero que pasó a ser plena propiedad de la Iglesia. El mismo papa San Ceferino ordenó de diácono a Calixto y le tomó como su principal auxiliar y secretario.
A la muerte de San Ceferino, el año 217, fue elevado al Solio pontificio como su sucesor. Y, por cierto, las circunstancias eran bien difíciles para la Iglesia, por lo cual constituye un mérito muy especial de San Calixto el haber resuelto, con su autoridad pontificia, algunos problemas sumamente agitados durante su pontificado.
Las Catacumbas de San Calixto se encuentran a la salida de Roma por la vía Apia. En el siglo II, comenzó a utilizarse la zona como lugar de enterramiento, y algunos de sus propietarios, indudablemente cristianos, facilitaron que fuesen enterrados allí otros hermanos en la fe. 
Dos fueron las cuestiones en las que intervino el nuevo Papa, a las que va unido su nombre en la historia de la Iglesia:
  • la cuestión dogmática sobre la Trinidad, representada por el sabelianismo, que afirmaba una unidad exagerada en la esencia divina y destruía la distinción de personas
  • y la cuestión del rigorismo exagerado de los montanistas o los defensores de Tertuliano. 
En ambos problemas tomó Calixto importantes decisiones, que marcaron el punto medio de la verdadera ortodoxia católica.
Pero también en ambas cuestiones se aprovecha su rival Hipólito para calumniarlo y desacreditarlo ante la Iglesia universal.
Calixto se vio obligado a intervenir con decisión; pero en su impugnación del sabelianismo tomaba el término medio de la ortodoxia, sin aceptar la doctrina de Hipólito.
Por esto, con su acostumbrado apasionamiento, le acusa éste de defender la doctrina sabeliana. En realidad no fue así, sino que rechazaba por un lado a Sabelio y por otro a Hipólito, sin determinar explícitamente en qué consistía la verdadera doctrina.
Por esto Hipólito se levantó contra Calixto como antipapa y luchó tenazmente contra él: pero al fin, desterrado él mismo por la fe cristiana, reconoció su error, se reconcilió con el sucesor de San Calixto y murió mártir.
El Líber Pontificalis le atribuye un decreto sobre el ayuno, pero no tenemos noticias ulteriores que confirmen o aclaren esta disposición pontificia. 
Su gloria descansa, por tanto, en el hecho de:
  • que, siendo un simple esclavo de nacimiento, por sus propios méritos se elevó a los más encumbrados cargos y aun al mismo Pontificado
  • además, en su extraordinario acierto en la organización de la catacumba que por lo mismo es conocida como de San Calixto
  • en haber defendido el dogma católico frente a los sabelianos antitrinitarios
  • y la disciplina cristiana del perdón de los pecados contra el rigorismo montanista y de Tertuliano.
La tradición, desde la más remota antigüedad, lo venera como mártir. Murió probablemente durante el reinado del emperador Alejandro Severo (222,235), el año 222; pues, aunque este emperador no persiguió a los cristianos, pudo originarse su martirio por algún arrebato popular promovido por los fanáticos paganos.
Alejandro Severo
Emperador del Imperio Romano
Alexander severus.jpg
Busto de Alejandro Severo
PredecesorHeliogábalo
SucesorMaximino el Tracio
Información personal
CónyugeSalustia Orbiana
Nombre completoMarco Aurelio Severo Alejandro
DinastíaDinastía Severa
PadreMarco Julio Gesio Marciano
MadreJulia Mamea
Nacimiento1 de octubre de 208
Arca Cesarea
Fallecimiento18 de marzo de 235 (26 años)
MoguntiacumGermania Superior
Las actas de su martirio, compuestas en el siglo Vll, transmiten la leyenda de que, por efecto de la furia popular, fue arrojado por una ventana a un pozo en el Trastevere y su cuerpo sepultado con todo secreto en el vecino cementerio de Calepodio.
Los cristianos, en medio de la revuelta producida con su martirio, lo enterraron en el lugar más próximo.
Cripta de Santa Cecilia
Las Catacumbas de San Calixto se encuentran a la salida de Roma por la vía Apia. En el siglo II, comenzó a utilizarse la zona como lugar de enterramiento, y algunos de sus propietarios, indudablemente cristianos, facilitaron que fuesen enterrados allí otros hermanos en la fe.
Por esta época recibió sepultura la joven mártir Cecilia, cuya memoria fue muy venerada desde el momento de su muerte.
Santa Cecilia de Roma
Santa Cecilia (1615-20), Matteo Rosselli.jpg
Santa Cecilia canta y toca el órgano
acompañada por dos ángeles,
cuadro de Matteo Rosselli (1620).
Virgen - Mártir

Nacimiento
Desconocida
Roma

Fallecimiento
22 de noviembre de 230 (tradicional).
Catania (tradicional).

Venerada en
Iglesia católica e Iglesia ortodoxa

Canonización
1594, por el papa Gregorio XIII

Festividad
22 de noviembre

Atributos
órganolaúd y rosas



Patronazgo
de la música, los poetas, los ciegos, y de las ciudades de AlbiOmaha y Mar del Plata
Perteneciente a una familia patricia, Cecilia se convierte al cristianismo en su juventud. Se casa con Valeriano, a quien también acerca a la fe, y los dos deciden vivir virginalmente.
Enterramiento de santa Cecilia (1504-1506), del pintor boloñés Francesco Francia (1450-1517).
Poco después, Valeriano, que se ocupaba de recoger y sepultar los restos de los mártires, es descubierto y decapitado.
Cecilia también es delatada ante las autoridades. Intentan asfixiarla en las calderas de su casa y, tras salir ilesa, es condenada a muerte por decapitación.
La ley romana contemplaba que el verdugo podía dar tres golpes con la espada. Cecilia los recibe, pero no muere inmediatamente.
Tendida en el suelo, antes de exhalar el último suspiro, tuvo fuerzas para extender tres dedos de la mano derecha y uno de la izquierda, testimoniando hasta el final su fe en el Dios Uno y Trino.
La Virgen recoge a santa Cecilia.
Cuando siglos más tarde, en 1599, se inspeccionaron sus reliquias, el cuerpo incorrupto de Santa Cecilia se encontraba aún en esa posición.
La estatua se halla actualmente en la iglesia de Santa Cecilia, bajo el altar próximo al sitio en el que se había sepultado nuevamente el cuerpo en un féretro de plata. Sobre el pedestal de la estatua puso el escultor la siguiente inscripción: "He aquí a Cecilia, virgen, a quien yo vi incorrupta en el sepulcro. Esculpí para vosotros, en mármol, esta imagen de la santa en la postura en que la vi".
Maderno la inmortalizó en una escultura que hoy se encuentra en la iglesia de Santa Cecilia en el Trastevere, su antigua casa, donde reposan desde el siglo IX los restos de la santa, y de la que hay una copia en las Catacumbas de San Calixto, en el lugar donde fue inicialmente sepultada.
 
Tendida en el suelo, antes de exhalar el último suspiro, tuvo fuerzas para extender tres dedos de la mano derecha y uno de la izquierda, testimoniando hasta el final su fe en el Dios Uno y Trino.
En el siglo III, el cementerio es donado al Papa Ceferino (199-217), que confía su gestión al diácono Calixto. Nace así el primer cementerio propiedad de la Iglesia de Roma, que un siglo más tarde custodiará ya los restos mortales de dieciséis papas, casi todos mártires.
Calixto trabajó al frente de las catacumbas casi veinte años, antes de convertirse en el sucesor del Papa Ceferino como cabeza visible de la Iglesia.
Durante ese tiempo, amplió y mejoró la disposición de las áreas principales del cementerio: en especial, la Cripta de los Papas y la Cripta de Santa Cecilia.
Otro mártir que con su testimonio conmovió a la comunidad cristiana es San Tarsicio.
San Tarsicio
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«Tarsicio, mártir cristiano» (1868), obra del escultor francésAlexandre Falguière (1831-1900). Musée d'Orsay.
Mártir de la Eucaristía

Fallecimiento
aproximadamente en 257 o 258

Venerado en
Iglesia católica

Principal Santuario
La iglesia de San Silvestre in Capite(Roma) se atribuye poseer sus reliquias

Festividad
15 de agosto

Atributos
Se lo representa con un hostiario en el pecho


Patronazgo
Acólitos y ministros de la eucaristía
En el siglo IV, San Dámaso Papa grabó sobre su sepulcro la fecha exacta en que recibió el martirio: el 15 de agosto del año 257, durante la persecución de Valeriano.
San Dámaso I
Papa de la Iglesia católica
1 de octubre de 36611 de diciembre de 384
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PredecesorLiberio
SucesorSiricio
Información personal
Nacimiento304, lugar de nacimiento discutido.
Fallecimiento11 de diciembre de 384Roma
Tarsicio era un adolescente que ayudaba como acólito a repartir la Comunión entre los cristianos presos en las cárceles. Aquel 15 de agosto fue descubierto, apresado y amenazado para que entregara las Sagradas Formas. Tarsicio se negó, y prefirió morir lapidado a permitir la profanación del Cuerpo de Cristo.
El santo fue sepultado en el cementerio de San Calixto. No se ha identificado su sepultura. La iglesia de San Silvestre in Capite dice tener su reliquia.
Sin embargo, en el siglo V, tras el saqueo de Roma llevado a cabo por Alarico, aumenta la inseguridad en el exterior de las murallas de la ciudad y serán cada vez menos frecuentadas.
En el siglo IX, se decide llevar los huesos de los santos a las iglesias que están dentro de la ciudad; y durante la Edad Media las catacumbas van cayendo progresivamente en el olvido: nadie acude a esos lugares y en muchos casos se pierde la memoria de su ubicación.
El interés por las catacumbas renace a partir del siglo XV, habrá que esperar hasta el XIX para que vuelvan a ser valoradas como lugar santo y tesoro de la cristiandad.
Giovanni Battista De Rossi, fundador de la arqueología cristiana moderna y redescubridor de las Catacumbas de San Calixto, cuenta en sus memorias cómo convenció a Pío IX para visitar las excavaciones.

Giovanni Battista (Carlo) de Rossi (23 febrero 1822 hasta 20 septiembre 1894) fue un italiano arqueólogo , famoso incluso fuera de su campo para redescubrir principios cristianos catacumbas .
Cuando llegaron a la Cripta de los Papas, De Rossi le explicó las inscripciones y le mostró la lápida que San Dámaso hizo colocar en el siglo IV con los nombres de los sucesores de Pedro martirizados y allí sepultados.
Beato Pío IX
Papa de la Iglesia católica
16 de junio de 18467 de febrero de 1878
Popepiusix.jpg
SedeBasílica de Letrán
Ordenación10 de abril de 1819
por Fabrizio Sceberras Testaferrata
Consagración episcopal3 de junio de 1827
por Francesco Saverio Castiglione
Proclamación cardenalicia14 de diciembre de 1840
por Gregorio XVI
PredecesorGregorio XVI
SucesorLeón XIII
Cardenales creadosVéase categoría
Información personal
Nombre secularGiovanni Maria Mastai Ferretti
Títulos
Nacimiento13 de mayo de 1792
SenigalliaBandera de Estados Pontificios Estados Pontificios
Fallecimiento7 de febrero de 1878
RomaBandera de Italia Italia
Santidad
Beatificación3 de septiembre de 2000
por Juan Pablo II
Festividad7 de febrero
Venerado enIglesia católica
SantuarioBasílica de San Lorenzo Extramuros
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Escudo de Beato Pío IX
Fue entonces cuando Pío IX tomó conciencia de dónde se encontraba. Con los ojos brillantes por la emoción, se arrodilló y estuvo un rato absorto en oración. Era la primera vez, después de casi mil años, que un Papa volvía a poner los pies en este lugar santificado por la sangre de los mártires.
CÓMO NACEN LA CATACUMBAS
La fuerte persecución iniciada por Nerón a partir del año 64 d. C. llevó al martirio a una ingente cantidad de cristianos.
Calificados de ateos (al negarse a dar culto al emperador), peligrosos para la unidad del Imperio y enemigos del género humano, a los cristianos se les atribuían las peores atrocidades: infanticidios, antropofagia y desórdenes morales de todo tipo.
Tertuliano, (160-220), lo describía así:
  • No hay calamidad pública ni males que sufra el pueblo de que no tengan la culpa los cristianos. Si el Tíber crece y se sale de madre, si elNilo no crece y no riega los campos, si el cielo no da lluvia, si tiembla la tierra, si hay hambre, si hay peste, un mismo grito enseguida resuena: ¡los cristianos a las fieras!
Hasta el 313, año en que se alcanzó la paz con el Edicto de Milán, la Iglesia vivió perseguida.
Cabeza de Constantino I, uno de los impulsores del edicto por el cual se declara la libertad de culto.
Es cierto que las persecuciones no tuvieron siempre la misma intensidad y que, quitando algunos periodos concretos, los cristianos hacían vida normal; pero el riesgo de encontrar el martirio siempre estaba presente: bastaba la acusación de un enemigo para que se diera inicio a un proceso.
Quien se convertía era plenamente consciente de que el cristianismo suponía una opción radical que implicaba la búsqueda de la santidad y la profesión de la fe, llegando, si fuera necesario, a la entrega de la propia vida.
.
El martirio era considerado entre los fieles un privilegio y una gracia de Dios: una posibilidad de identificarse plenamente con Cristo en el momento de la muerte. Junto a esto, la conciencia de la propia debilidad les llevaba a implorar la ayuda del Señor para saber abrazarlo, si se presentaba la ocasión, y a venerar como modelos a los que habían alcanzado la palma del martirio.
La necrópolis romana de Carmona
Es fácil imaginar cómo emocionaría a la comunidad cristiana de Roma oír los detalles de la muerte santa de sus hermanos en la fe. Estos relatos eran a un tiempo consuelo y fortaleza para los creyentes, y semilla para nuevas conversiones. Las reliquias de los mártires se recogían y sepultaban con devoción, y a partir de ese momento se acudía a ellos como intercesores.
Desde muy antiguo, la ley romana establecía que las necrópolis, ciudades de los muertos, en griego, debían situarse fuera de las murallas de la ciudad. "Al hombre muerto ni se le sepultará ni se le quemará en la Urbe".
Urnas mortuarias utilizadas para guardar las cenicas después de una incineración.
Los romanos solían incinerar los cuerpos de los difuntos, pero también existían algunas familias que tenían por costumbre enterrar a los seres queridos en campos de su propiedad, costumbre que se fue imponiendo posteriormente por influencia del cristianismo. Al principio no había separación, y se enterraban juntos a fieles y paganos.
A partir del siglo II, gracias a las donaciones de algunos cristianos de buena posición social, la Iglesia comenzó a tener sus propias necrópolis, a las que los fieles comenzaron a llamar cementerios (coimeteria, del griego koimáo, dormir): lugares donde los cuerpos reposan en espera de la resurrección.

San Pablo. El sepulcro está ahora a la vista a través de una abertura bajo el altar (no te confundas: lo que se ve en el suelo, a través de un cristal, es el ábside de la primera iglesia; el sepulcro se ve a través de la reja).
Así fueron surgiendo las catacumbas cristianas, que no eran, como a veces se piensa, escondrijos o sitios de reunión para las celebraciones litúrgicas, sino lugares de sepultura donde se custodiaban los restos mortales de los hermanos en la fe.Originariamente, el término catacumba hacía referencia a la zona de la vía Apia que se encuentra entre la tumba de Cecilia Metella y la ciudad de Roma.
Con el tiempo, pasó de ser un toponímico a designar en general el cementerio cristiano bajo tierra.
Vista del interior de la tumba. Basílica de San Pablo Extramuros, Roma (Italia)
En los primeros siglos fueron enterrados en ellas muchos mártires y, junto con las tumbas de San Pedro y San Pablo, las catacumbas pasaron a ser lugares de memoria y veneración muy queridos para los cristianos de Roma.
Tumba de San Pedro en la Basílica vaticana.
¡Cuántas veces, en los momentos difíciles, se escaparían a implorar la ayuda de Dios por intercesión de aquellos que habían proclamado el Evangelio con su sangre! Movidos por la devoción, era normal que los fieles quisiesen ser sepultados y esperar la resurrección en compañía de los demás miembros de la comunidad cristiana y, si era posible, cerca de algún Apóstol o de algún mártir.

«Que sepas que aquí juntos reposan un grupo de santos 
los venerados sepulcros conservan sus cuerpos 
mientras que el reino de los cielos acoge sus almas elegidas.
Aquí están los compañeros de Sixto que triunfaron sobre el perseguidor;
el grupo de papas que custodia el altar de Cristo; 
el obispo que vivió en la larga paz 
los santos confesores enviados desde Grecia; 
jóvenes y niños, y viejos con sus castos descendientes. 
Aquí, también yo, Dámaso, lo confieso, habría querido ser sepultado, 
pero tuve miedo de turbar las cenizas de los santos.» 
(Palabras recogidas en la lápida colocada por San Dámaso en la Cripta de los Papas)

La Cripta de los Obispos Mártires [hoy conocida como Cripta de los Papas]
En esta cripta fueron sepultados nueve papas y ocho obispos del siglo II. En las paredes están pegadas las lápidas originales, quebradas e incompletas, de cinco papas. Sus nombres están escritos en griego, según la costumbre oficial de la Iglesia de ese tiempo. Sobre cuatro lápidas, junto al nombre del pontífice, está la calificación de epí(scopos) = obispo, porque era el jefe de la Iglesia de Roma; y sobre dos lápidas está la sigla, es decir, la abreviatura MTR = Mártir. Mártir significa testigo. Se llamó mártires a los cristianos que habían dado testimonio con la sangre de su fe en Cristo.
Catacumbas de San Calixto
LOS NOMBRES DE LOS PAPAS, ESCRITOS EN LAS LÁPIDAS SON:
1. San Ponciano (230-235). Murió mártir en Cerdeña adonde había sido deportado y condenado a los trabajos forzados. Para no poner en dificultad a la Iglesia de Roma a causa de su definitiva ausencia, poco después de su llegada a la isla renunció al pontificado. Probablemente el clima malsano, el trabajo enervante en la mina y el mal trato apresuraron el fin de su existencia. Cuando murió, la Iglesia lo consideró un verdadero mártir. Algunos años más tarde sus restos mortales fueron transportados a Roma y sepultados en el cementerio de San Calixto.
2. San Antero (235-236). De origen griego, tuvo un brevísimo pontificado, de 43 días solamente, todos transcurridos en la cárcel.
3. San Fabián (236-250). Era romano y fue elegido papa al morir San Antero. Su servicio coincidió con un período de paz religiosa. Fue un gran organizador de la Iglesia de Roma. Dividió la ciudad en siete zonas eclesiásticas confiando a cada una sus "títulos" (= parroquias), su clero y sus catacumbas (cementerios). Murió decapitado durante la persecución del emperador Decio.
4. San Lucio I (253-254). Tuvo un pontificado breve: ocho meses en total, transcurridos parcialmente en Civitavecchia, adonde había sido desterrado.
5. San Eutiquiano (275-283). De Luni en Liguria, fue el último de los nueve papas sepultados en esta cripta.
6. El papa mártir Sixto II (257-258). Definido por San Cipriano "sacerdote bueno y pacífico", es ciertamente uno de los mártires más ilustres de esta catacumba. Es el mártir por excelencia de las catacumbas. En efecto, estaba presidiendo una liturgia precisamente en este cementerio, cuando fue sorprendido por los soldados del emperador Valeriano el 6 de agosto del año 258 y decapitado en ese lugar, el mismo día, juntamente con cuatro diáconos.
LOS POEMAS DEL PAPA DÁMASO
En la pared derecha de la Cripta de los Papas se conservan, juntados, dos fragmentos originales de un primer poema de San Dámaso, dedicado al papa Sixto II para celebrar su glorioso martirio.
"Cuando la espada (persecución)
las pías entrañas de la Madre (Iglesia)
traspasaba, aquí el obispo
sepultado (Sixto II) la doctrina (las divinas Escrituras) enseñaba.
Llegan de improviso soldados y arrestan
allí al sentado en cátedra (la cátedra episcopal),
mientras los fieles ofrecen sus cuellos a la guardia enviada (es decir, intentan salvar al papa a costa de su vida).
Apenas el anciano (obispo)
supo que uno quiso arrebatarle la palma (del martirio),
él mismo fue el primero en ofrecerse y dar su cabeza a la espada,
para que así a ninguno pudiera herir una tan impaciente rabia (pagana).
Cristo que distribuye los premios de la vida,
reconoció el mérito del pastor,
defendiendo El mismo el resto de su grey".
Los otros papas aquí sepultados son:
7. Esteban I (254-257)
8. San Dionisio (259-268)
9. San Félix I (269-274)
pero de estos no se han hallado las lápidas.
Papa San Dámaso
En el siglo IV, el papa San Dámaso, piadoso cultor de los mártires, transformó la cripta en lugar de culto. Hizo colocar ahí un altar, del cual hoy se conserva tan solo el antiguo basamento en mármol. Fueron abiertos dos lucernarios en el cielo raso y fueron colocadas las columnas, que sostenían un arquitrabe del cual colgaban lámparas y cruces en honor de los mártires.
Muy interesante desde el punto de vista histórico es la lápida original que todavía en gran parte se conserva ante la tumba del papa Sixto II. Fue hecha grabar en el mármol por el papa Dámaso y contiene un segundo poema, en hexámetros latinos, que conmemora a los mártires y a los fieles sepultados en la cripta y en todo el cementerio:
"Aquí, si algo buscas, yace una apiñada multitud de justos:
venerandos sepulcros conservan las cenizas de unos santos,
cuyas etéreas almas raptó para sí la celestial morada.
Aquí están los compañeros de Sixto que arrebataron el triunfo al enemigo.
Aquí un contingente de próceres que custodian el altar de Cristo.
Aquí reposa el obispo que vivió el largo período de paz.
Aquí descansan los santos confesores (de la fe) que Grecia nos envió.
Aquí duermen jóvenes y niños, ancianos y sus castos familiares
que, unánimes, prefirieron conservar su virginal pudor.
Aquí yo, Dámaso, lo confieso, quise dar sepultura a mi cuerpo,
pero temí molestar las santas reliquias de los justos".
Foto del carme di Papa Damaso - © Pontificia Commissione di Archeologia Sacra
"Los compañeros de Sixto" son los cuatro diáconos: Jenaro, Magno, Vicente y Esteban, que sufrieron el martirio juntamente con él. 
El "contingente de próceres que custodian el altar de Cristo" son, evidentemente, los papas sepultados en el cementerio. 
La expresión "el obispo que vivió el largo período de paz" se refiere a un papa que vivió antes de las grandes persecuciones desencadenadas por Diocleciano y Galerio entre fines del III y los primeros años del IV siglo: el Papa Fabián, o bien Dionisio o Eutiquiano. 
Con "los santos confesores que Grecia nos envió" se alude probablemente a un grupo de mártires: María, Neón, Hipólito, Adria, Paulina, Marta, Valeria, Eusebio y Marcelo, que fueron sepultados en este complejo calixtiano.
Santa Cecilia
A través de un pasaje estrecho, que se abre a la izquierda de la pared del fondo de la Cripta de los Papas, se accede a la Cripta de Santa Cecilia.
Fuente:
http://www.primeroscristianos.com/index.php/quien-era/item/1406-san-calixto-i-14-de-octubre
http://www.opusdei.org.ar/es-ar/article/las-catacumbas-de-san-calixto/
http://www.primeroscristianos.com/index.php/quien-era/item/1406-san-calixto-i-14-de-octubre?fb_action_ids=10203023749382900&fb_action_types=og.likes
http://www.primeroscristianos.com/index.php/roma/item/391-catacumbas-de-san-calixto

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