AQUÍ ENCONTRARÁS, ARTÍCULOS, FOTOS Y VÍDEOS SOBRE LA FE CATÓLICA APOSTÓLICA Y ROMANA, DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA, COMENTARIOS DE ENCÍCLICAS, PENSAMIENTOS Y TEXTOS DE SANTOS, DIGNIDAD HUMANA, DERECHOS HUMANOS, HISTORIA, EDUCACIÓN, VIDEOS MUSICALES CLÁSICOS Y DE TODAS LAS ÉPOCAS.

"Soy un hombre de armas, un soldado, scout. Paradójicamente, al único de mi especie que admiro, empuñó solamente la palabra, su técnica fue la humildad, su táctica la paciencia y la estrategia que le dio su mayor victoria fue dejarse clavar en una cruz por aquellos que amaba".

“Espíritu Santo, inspírame lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo escribir, lo que debo hacer, como debo obrar, para el bien de los hombres, de la iglesia y el triunfo de Jesucristo”.

Desde La Trinchera Del Buen Combate en Argentina. Un Abrazo en Dios y La Patria.

29 de octubre de 2017

SAN MARCELO (298) - EL CENTURIÓN MÁRTIR. FIESTA 30 DE OCTUBRE.

San Marcelo
SE CONSERVAN ACTAS CON BASTANTES RASGOS DE HISTORICIDAD

Marcelo (en latín, Marcellus) fue un centurión de la Legio VII Gemina Pía Félix que nació y vivió en León durante la segunda mitad del siglo III.1
SAN MARCELO, MÁRTIR. PATRÓN DE LEÓN
San Marcelo fue centurión de la Legio VII. Nació en León (España) ciudad de la cual es patrón.
Marcelo nació y vivió en León durante la segunda mitad del siglo III. Era centurión de la Legio VII Gemina Pía Félix. Se casó con Santa Nonia con la cual tuvo doce hijos murió porque mientras se celebraban las fiestas por el nacimiento del emperador Valerio en el año 298, San Marcelo afirmó en publico que era cristiano y tirando su espada al suelo y el sarminento de vid (símbolo de su rango militar) afirmo que solo iba a adorar al Dios del Cielo y de la Tierra.
FUE DECAPITADO EL 29 DE OCTUBRE
Marcelo fue centurión romano, pero dejó sus galones para servir a Dios. En una fiesta en celebración del emperador, arrojó sus insignias militares y se confesó católico y servidor de Cristo. Fue condenado a morir decapitado
Pero a san Marcelo no se le recuerda por ser un solícito padre de familia sino por su lealtad a Cristo. Cuando todos los demás se habían entregado a los sacrificios a los dioses y estaban de celebración, Marcelo decidió despojarse de su condición de militar para servir al único Señor verdadero.
La historia de Marcelo se sitúa el 28 de julio del año 298, fiesta de cumpleaños del emperador. Los soldados se divierten. Se suceden los sacrificios en honor del señor emperador y Marcelo, «centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores», asegura el gobernador Fortunato.
Marcelo ya no podía seguir sirviendo a ningún gobernador, ni a ningún césar. Marcelo, arrojando la espada, daba así testimonio de su fe asegurando que a partir de ahora solo serviría a Dios como cristiano.
El gobernador sintió el desplante como una afrenta y le comunicó el desquite al viceprefecto Agricolano. Fuel él quien juzgó al centurión y le condenó a morir decapitado por su traición. San Marcelo murió mártir, olvidado por sus compañeros pero ganado para la gloria de los altares.
Legio VII Gemina
LadrilloLVIIGFP.JPG
Tegula procedente del castra legionis de la Legio VII Gemina en la ciudad de León, conservado en el Museo de San Isidoro de León, en el que aparece el sello de la unidad como L(egio) VII G(emina) GORD(iana) P(ia) F(idelis) (238-244)


Activa
Desde 69 hasta el siglo V.
País

Vexilloid of the Roman Empire.svg Imperio romano

Tipo
Legión romana

Función
Infantería pesada con caballería ligera de apoyo

Tamaño
Variable. Efectivos teóricos: 5120 infantes y 120 jinetes.

Acuartelamiento
Pannonia(69-73)
Hispania Tarraconensis (63-406)
Comandantes

Trajano
Cultura e historia

Mote
Galbiana
 o Hispana (desde 69)
Gemina Felix (desde el 70)
Gemina Felix Pia (desde 196)
AntoninianaGordiana(brevemente en siglo III)
Mascota

(desconocida)1
Es venerado como un santo, uno de los patrones de León, España. Según otra versión2​ era centurión de la legión estacionada en Tingis, moderno Tánger
Emblema de la Séptima Gemina en la Notitia Dignitatum a comienzos del siglo V.
BIOGRAFÍA
El lugar donde vivía su familia se supone próxima a la muralla de León y la puerta de poniente, en la calle que hoy en día se conoce como calle Ancha y que conserva una capilla denominada capilla del Cristo de la Victoria, por el cristo que conserva en su interior.
Marcelo estuvo casado con santa Nonia, o Nona, y tuvo doce hijos: Claudio, Lupercio, Victorio, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Jenuario y Marcial.
La historia nos dice que el motivo de su martirio fue que celebrando las fiestas por el nacimiento del Emperador Valerio en julio del año 298, san Marcelo hizo pública su creencia cristiana y su única adoración al Dios del Cielo y de la Tierra, tirando al suelo su espada y el sarmiento de vid (atributos de su rango militar). La causa de Marcelo se remitió al Vicario de Prefecto Pretorio Aurelio Agricolano, que se hallaba en ese tiempo en Tánger y tenía la mayor autoridad sobre España y la Provincia de África (Tingitania)3
El día 29 de octubre del año 298 fue condenado a muerte por decapitación. Su festividad se celebra el 30 de octubre.
Marcelo es un Centurión que, según parece, pertenecía a la Legio VII Gemina y el lugar de los hechos bien pudo ser la ciudad de León.
Su proceso tuvo lugar en dos pasos: primero en España, ante el presidente o gobernador Fortunato (28 de Julio del 298) y en Tánger el definitivo, ante Aurelio Agricolano (30 de Octubre del mismo año).
San Marcelo
Marcellus Cassian.jpg
Icono de los santos Marcelo y Casiano
Mártir
Nacimientosiglo IIIGaliciaEspaña
Fallecimiento29 de octubre de 298TángerMarruecos
Festividad30 de octubre
PatronazgoLeón
Fortunato envió a Agricolano el siguiente texto causa del juicio contra Marcelo: 
«Manilio Fortunato a Agricolano, su señor, salud. En el felicísimo día en que en todo el orbe celebramos solemnemente el cumpleaños de nuestros señores augustos césares, señor Aurelio Agricolano, Marcelo, centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores».
Ante Fortunato, Marcelo explica su actitud diciendo que era cristiano y no podía militar en más ejército que en el de Jesucristo, hijo de Dios omnipotente.
Fortunato, ante un hecho de tanta gravedad, creyó necesario notificarlo a los emperadores y césares y enviar a Marcelo para que lo juzgase su superior, el viceprefecto Agricolano. En Tánger, y ante Agricolano, se lee a Marcelo el acta de acusación, que él confirma y acepta, por lo que es condenado a la decapitación.
La historia es así de escueta a la distancia de casi dieciocho siglos.
La leyenda -no necesariamente falsa- abunda en algunos detalles que, si bien no son necesarios para el esclarecimiento del hecho, sí lo explicita, o al menos lo sublima para estímulo de los cristianos. Así, se añade la puntualización de que se trataba de un acto oficial y solemne en que toda la tropa militar estaba dispuesta para ofrecer sacrificios a los dioses paganos e invocar su protección sobre el Emperador.
Los descreídos probablemente aseveren que un acto así es propio de un loco; sí, una locura. Perder la vida... por nada. Ya lo dijo también el jefe romano.
Los cobardes, con su ánimo pusilánime, probablemente afirmen que Marcelo hizo el tonto; en fin, que algunas veces, en situaciones delicadas, es preciso contemporizar cuando los tiempos vienen así, que hay que saber adaptarse y que... lo importante es creer en Dios.
Los fanáticos, dejándose llevar de la temeridad impulsiva que los caracteriza, quizá digan que un hombre con fe, en una situación como esa, debía haberse liado a sablazos con los jefes y con los demás soldados.
San Marcelo
SAN MARCELO RENUNCIÓ A SU COMPAÑÍA MILITAR Y A LOS ÍDOLOS PAGANOS PARA DECLARAR SU FE Y SU AMOR A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
Martirologio romano: En Tánger, en Marruecos, San Marcelo, centurión, quién, por amor y fe en Jesucristo, soportó el martirio al ser decapitado bajo el vice-prefecto Aureliano Agrícolas, en tiempos del emperador Diocleciano. Patrono de la ciudad de León, España y de los militares cristianos
RESUMEN
El cumpleaños del emperador Maximiano Hércules, en el año 298, fue celebrado con una extraordinaria fiesta y solemnidad. Marcelo, un centurión cristiano y capitán de la legión de Trajano, comenzó a sentir repulsión por esta celebración pagana, y para no contaminarse participando de esas abominaciones, abandonó su compañía, declarando en voz alta que era un soldado de Jesucristo, el Rey eterno. Fue puesto prisionero de inmediato. Cuando la fiesta terminó, Marcelo fue llevado ante un juez, y, después de haber declarado su fe, fue enviado bajo el mando del guardia de Aureliano Agricolas, vicario y prefecto del pretorio, que dictó sentencia de muerte sobre él. San Marcelo fue llevado inmediatamente a ejecución, y decapitado el 30 de octubre. Casiano, el secretario de la corte, se negó a escribir la sentencia pronunciada contra el mártir, porque fue demasiado injusta. Fue llevado a la cárcel para posteriormente ser decapitado, un mes después, el 3 de diciembre.
San Marcelo
BIOGRAFÍA DE SAN MARCELO
De vuelta en el antiguo Imperio Romano, algunos cristianos se negaron a servir en los ejércitos imperiales. Ellos pensaban que no podían hacerlo con una conciencia cristiana pura. Si ser un soldado significaba realizar ritos paganos, que se hacían en algunas ocasiones, obviamente, ningún cristiano por muy soldado que fuese, podía servir a dos amos.
San Marcelo, era un fiel Centurión de la armada romana, después de algunos años de servicio militar, y de mucha meditación en la fe, llegó a la conclusión de que el mundo en el que se desenvolvía, no estaba bien, al menos de acuerdo a su conciencia cristiana
UNA PROFUNDA CONVERSIÓN A LA FE CATÓLICA
Un día, en el año 298, durante el reinado del emperador Diocleciano, Marcelo, quien pertenecía a la unidad en el norte de África, estaba celebrando el cumpleaños de Maximiano en una fiesta pagana. De repente, Marcelo, tal vez como resultado de mucho reflexionar, tal vez en una impulso interno de repulsión hacia lo que veían, se levantó ante los comensales y denunció todas las abominaciones paganas que se estaban haciendo.
Entonces, se despojó de todas sus insignias militares, y gritó fuertemente:
"Yo sirvo a Jesucristo, el Rey eterno. Ya no voy a servir a sus emperadores y yo desprecio adorar a sus dioses de madera y piedra, que son ídolos sordomudos".
El centurión fue arrestado de inmediato por violación de la disciplina. En el juicio (de los cuales se tiene un registro completo), admitió que él había dicho y hecho eso de todo lo que se le acusaba. No era cuestión de ser obligados a adorar a dioses paganos. Su motivo para renunciar fue, como lo había declarado, que 
"no es adecuado, para un hombre cristiano, que sirve al Señor Cristo, servir a los ejércitos del mundo."
Debido a su posición, fue sentenciado y ejecutado. Murió en una gran tranquilidad, pidiendo a Dios que bendijera el juez que lo había condenado. Por su muerte, en nombre de la conciencia, la Iglesia primitiva lo considera un mártir.
SUS HIJOS TAMBIÉN FUERON LEALES A SU FE
Los hijos de San Marcelo imitaron su constancia, y todos perdieron sus vidas por la defensa del evangelio; tres de los chicos fueron ahorcados y luego decapitados en León.
Su piadosa madre regresó y compró sus cuerpos con dinero y luego los enterró secretamente; fueron trasladados más tarde a una iglesia construida en su honor en la ciudad de León.
Que la disposición de San Marcelo a sufrir por amor a Dios, en lugar de servir a los ejércitos mundanos, nos haga permanecer firmes en el amor y la fe a nuestro Señor. Tal como lo dijo el Papa Pío XII, "Nada se pierde con la paz; todo está perdido por la guerra
"Porque es preferible para nosotros morir en el combate que ver las desgracias de nuestra nación y del Santuario"[1 Macabeos 3,59]
Icono de los santos Marcelo y Casiano 
Fortunato envió a Agricolano el siguiente texto causa del juicio contra Marcelo:
"Manilio Fortunato a Agricolano, su señor, salud. En el felicísimo día en que en todo el orbe celebramos solemnemente el cumpleaños de nuestros señores augustos césares, señor Aurelio Agricolano, Marcelo, centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores".
Martirologio Romano 30 de octubre. SAN MARCELO. Mártir
MARTIROLOGIO ROMANO 30 DE OCTUBRE. SAN MARCELO. MÁRTIR
Ante Fortunato, Marcelo explica su actitud diciendo que era cristiano y no podía militar en más ejército que en el de Jesucristo, hijo de Dios omnipotente.
Fortunato, ante un hecho de tanta gravedad, creyó necesario notificarlo a los emperadores y césares y enviar a Marcelo para que lo juzgase su superior, el viceprefecto Agricolano. En Tánger, y ante Agricolano, se lee a Marcelo el acta de acusación, que él confirma y acepta, por lo que es condenado a la decapitación.

Vista del altar mayor de la iglesia de San Marcelo en León (España), donde se aprecia la enorme imagen del titular y la urna de sus reliquias bajo el altar.
LA HISTORIA ES ASÍ DE ESCUETA A LA DISTANCIA DE CASI DIECIOCHO SIGLOS
La leyenda -no necesariamente falsa- abunda en algunos detalles que, si bien no son necesarios para el esclarecimiento del hecho, sí lo explicita, o al menos lo sublima para estímulo de los cristianos. Así, se añade la puntualización de que se trataba de un acto oficial y solemne en que toda la tropa militar estaba dispuesta para ofrecer sacrificios a los dioses paganos e invocar su protección sobre el Emperador.
Icono de los santos Marcelo y Casiano. Mártir
Los descreídos probablemente aseveren que un acto así es propio de un loco; sí, una locura. Perder la vida... por nada. Ya lo dijo también el jefe romano.
Los cobardes, con su ánimo pusilánime, probablemente afirmen que Marcelo hizo el tonto; en fin, que algunas veces, en situaciones delicadas, es preciso contemporizar cuando los tiempos vienen así, que hay que saber adaptarse y que... lo importante es creer en Dios.
Iglesia de San Marcelo en León. Sobre el altar están las urnas de San Claudio, San Lupercio y San Victorico. También está la de San Ramiro, abad mártir del ...
Los fanáticos, dejándose llevar de la temeridad impulsiva que los caracteriza, quizá digan que un hombre con fe, en una situación como esa, debía haberse liado a sablazos con los jefes y con los demás soldados. Fue... un miserable blando.
La Iglesia ve en Marcelo... a un mártir.
Vista de la iglesia dedicada a San Marcelo en León, España
SAN MARCELO EL CENTURIÓN, MÁRTIR
fecha: 30 de octubre
†: 298 - país: Marruecos
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Tánger, ciudad de Mauritania, pasión de san Marcelo, centurión, que el día del cumpleaños del emperador. mientras los demás ofrecían sacrificios, se quitó las insignias de su función y las arrojó al pie de los estandartes, afirmando que por ser cristiano no podía seguir manteniendo el juramento militar, pues debía obedecer solamente a Cristo, y así consumó su martirio al ser inmediatamente decapitado.
PATRONAZGOS: PATRONO DE LEÓN, ESPAÑA.
Retablo con la imagen que se hace eco de la leyenda de san Marcelo esposo de santa Nona y sus doce hijos.
La «Passio» de san Marcelo nos ha llegado en dos recensiones transmitidas por diversos manuscritos, dispersos en las bibliotecas de Roma, Bruselas, Londres, Madrid, León, Burdeos, etc. El núcleo original se lo reconoce como históricamente auténtico, y consta de dos interrogatorios verbales en dos tribunales diferentes, a distancia de tres meses. Luego, alrededor de la siglo XI, esta historia sufre interpolaciones que hacen de san Marcelo esposo de santa Nona y padre de doce hijos (Claudio, Lupercio, Victorico, Facundo, Primitivo, Emeterio, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Genaro y Marcial). El origen y la evolución de esta leyenda, profundamente arraigada en la tradición cristiana del pueblo de León ha sido cuidadosamente estudiado por De Gaiffier.
Transcribimos los hechos tal cual lo cuenta la «Passio»: En la ciudad de Tingis (Tánger), en la época del gobernador Fortunato, cuando todo el mundo celebraba el cumpleaños del emperador, uno de los centuriones, llamado Marcelo, que consideraba los banquetes como una práctica pagana, se despojó del cinturón militar ante los estandartes de su legión y dio testimonio en voz alta, diciendo: 
«Yo sirvo al Rey Eterno, Jesucristo, y no seguiré al servicio de vuestros emperadores. Desprecio a vuestros dioses de madera y de piedra, que no son más que ídolos sordos y mudos». 
Al oír eso, los soldados quedaron desconcertados. En seguida tomaron preso a Marcelo y refirieron lo sucedido al gobernador Fortunato, quien ordenó conducir al mártir a la prisión. Cuando terminaron las fiestas, el gobernador reunió a su consejo y convocó al centurión. Cuando éste llegó, el gobernador Astasio Fortunato le dijo: 
«¿Por qué te quitaste el cinturón militar en público, en desacato a la ley militar, y porqué arrojaste tus insignias?»
Marcelo: El 21 de julio, día de la fiesta del emperador, ante los estandartes de nuestra legión, proclamé en público y abiertamente que yo era cristiano y que no podía servir al ejército, sino sólo a Jesucristo, el Hijo de Dios Padre Todopoderoso.
Fortunato: No puedo pasar por alto ese modo de proceder tan precipitado, de suerte que daré cuenta a los emperadores y al césar. Voy a enviarte a mi señor Aurelio Agricolano, diputado de los prefectos pretorianos.
El 30 de octubre, el centurión Marcelo compareció ante el juez, a quien se comunicó lo siguiente: 
«El gobernador Fortunato ha remitido a tu autoridad al centurión Marcelo. He aquí una carta suya, que te leeré si lo deseas.» Agricolano dijo: «Lee». Entonces se leyó el informe oficial: «De parte de Fortunato a ti, mi señor», etc. Entonces Agricolano preguntó a Marcelo: «¿Hiciste lo que dice el informe oficial?»Marcelo: Sí.Agricolano: ¿Servías regularmente en el ejército?Marcelo: Sí.Agricolano: ¿Qué te impulsó a cometer la locura de arrojar las insignias y a hablar en esa forma?Marcelo: No es una locura temer a Dios.Agricolano: ¿Dijiste realmente todo lo que cuenta el informe oficial?Marcelo: Sí.Agricolano: ¿Arrojaste las armas?Marcelo: Sí, porque a un cristiano que sirve a Cristo, no le es lícito militar en los ejércitos de este mundo.Agricolano: La acción de Marcelo merece un castigo.En seguida pronunció la sentencia: «Marcelo, que tenía el rango de centurión, ha admitido que él mismo se degradó al arrojar públicamente las insignias de su dignidad. Por otra parte, el informe oficial hace constar que pronunció palabras insensatas. En vista de lo cual, disponemos que perezca por la espada»
Cuando le conducían al sitio de la ejecución, Marcelo dijo: 
«Que mi Dios sea bueno contigo, Agricolano». 
En esa forma tan digna, partió de este mundo el glorioso mártir Marcelo.
Del cuidadoso estudio de De Gaifiier resulta claro y evidente que Marcelo es un verdadero mártir africano y sólo en las sucesivas interpolaciones posteriores, realizadas por escritores españoles, se ha transformado en ciudadanos de León, sobre la base falsa de que él pertenecía a la Legión de Trajano, el presunto fundador de la ciudad. Después de esta identificación, realizada en siglo XVI, se creía también ser capaces de decir cuál había sido en León la casa donde había vivido, convertida en una iglesia dedicada al mártir. Según esa tradición, al advenimiento de la paz de Constantino en León se habría construido una iglesia dedicada al santo. El códice 11 del Archivo de la catedral de León refiere que Ramiro I (842-850) 
«restauró la iglesia de San Marcelo en el suburbio legionense cerca de la Puerta Cauriense, fuera de las murallas de la ciudad ...»
La devoción que había hecho de Marcelo el patrono principal de la ciudad de León, sin embargo, nació y creció lejos de sus restos mortales, que se conservaban en Tánger, por lo cual, inmediatamente después de la liberación de esta ciudad por el Rey de Portugal, León tomó el botín de su mártir. Pero también las ciudades de Jerez y Sevilla se disputaban la posesión. El 29 de marzo de 1493, sin embargo, los restos de Marcelo, llevados por el propio rey Fernando el Católico, hicieron su entrada en León y se colocaron en la iglesia dedicada a él. Según documentos de la época conservados en el archivo municipal de la ciudad, los restos tuvieron 
«una bienvenida como no podía ser mejor».
Las reliquias se conservan actualmente en un cofre de plata en el altar mayor, donde se hallan también un pergamino que narra el ingreso a la ciudad y los milagros de los que estuvo acompañado, los documentos relativos a la donación de una reliquia del mártir a la iglesia de san Gil de Sevilla, y algunas cartas del rey Enrique IV de Castilla y de Isabel la Católica al papa Sixto IV sobre el traslado del cuerpo del mártir a León.
➤Traducido y resumido de un artículo de José María Fernández Catón para la Enciclopedia dei Santi. El autor fue un gran historiador leonés, por lo que esta pequeña perla hagiográfica -que lamentablemente sólo hemos podido hallarla en italiano- queda como anticipo de lo que en un futuro intentaremos conseguir en castellano del mismo investigador. El texto de la Passio lo hemos insertado tomándolo del Butler-Guinea, en reemplazo del párrafo donde el historiador resumía este mismo diálogo, y que valía la pena conservar entero.
SAN MARCELO 
Por primera vez parece que el patrón de la ciudad de León, San Marcelo, toma protagonismo en las fechas en que se conmemora su martirio y muerte en el norte de África el año 298. Hasta ahora, la mayoría de los leoneses desconocían quien era su patrón e ignoraban las escasas celebraciones que se realizaban. Hasta ahora se limita a un sencillo homenaje de la Policía Local a su patrón y la tradicional visita que realiza la Corporación Municipal a la Catedral de Santa María. Posteriormente, junto el Cabildo y en solemne procesión, acudir juntos a la Iglesia de San Marcelo para honrar las reliquias del santo y escuchar el discurso o pregón que realiza cada año un personaje relevante de la ciudad.
Este año parece que el Ayuntamiento, pero también asociaciones particulares como la de comerciantes "Centro León Gótico", han estado en los medios de comunicación dando a conocer esta festividad que, esperemos, cobrará de ahora en adelante más protagonismo en los días finales del mes de octubre. Este primer año se representará en la calle por la Compañía de Teatro Díadres la obra "Retablo de la vida singular de San Marcelo", que seguro será un éxito.
Es el momento de recordar una entrada de hace varios años con la que conmemorábamos la festividad de San Marcelo, contando alguna curiosa e interesante anécdota relacionada con el santo leonés.
LA JINETA DE SAN MARCELO
El pasado 29 de octubre, como viene siendo tradicional todos los años, la Corporación municipal leonesa visitó la Catedral de Santa María y, junto con el Cabildo catedralicio y en solemne procesión, acudieron hasta la Iglesia de San Marcelo para honrar las reliquias del titular del templo y Patrón de la ciudad y pronunciar el discurso o pregón conmemorativo, este año a cargo de la cronista oficial, Margarita Torres Sevilla.
Marcelo fue centurión romano de la Legio VII Gemina establecidaen León. Durante las fiestas del mes julio del año 298 que celebraban el nacimiento del emperador Maximiano, los mandos de la Legión debían de realizar en honor a su Emperador, sacrificios a los dioses en el trascurso de la parada militar.
A la hora de la inmolación, Marcelo se despojó de sus armas, se negó a sacrificar y, haciendo pública confesión de su fe cristiana, proclamó que sólo adoraría al verdadero Dios del cielo y la tierra. Allí mismo fue detenido y con el tiempo enviado a Tánger, juzgado y condenado a muerte por el prefecto africano Agricolao, según la tradición, el 29 de octubre del año 298.
El cuerpo de San Marcelo fue descubierto el 28 de agosto de 1471 durante la toma de Tánger por los soldados portugueses del Rey Alfonso V, gracias al hallazgo ocasional de una lápida con la inscripción: “MARCELLUS, MARTIR LEGIONENSIS”.
Tras arduas gestiones realizadas personalmente por rey Fernando el Católico, los restos del santo leonés llegaron a nuestra ciudad y fueron depositados en la iglesia que hoy lleva su nombre. Marcelo había vuelto a León.
Pero, así como en el s. III Marcelo entregó voluntariamente sus armas, dieciséis siglos después, concretamente a mediados del s. XIX, el centurión romano fue privado de su armamento en un curioso episodio ocurrido durante la serie de expolios contra el patrimonio leonés.
El 9 de diciembre de 1869 el comisionado por S.A. Francisco Serrano, Regente del Reino, el secretario del Museo Arqueológico Nacional, un vocal de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, junto con un representante del Gobierno Civil de la provincia, procedieron a incautar en la Basílica de San Isidoro de la ciudad y trasladar a Madrid para que formaran parte de los fondos del recién creado Museo Arqueológico Nacional (1867), una serie de objetos artísticos: un códice de l s. XIV, un óleo sobre tabla, seis cofres, cajas o arcas de diferentes periodos, entre las que sobresalía un arca de ágata y plata del s. XI, y por supuesto, el magnífico crucifijo románico de marfil, que Fernando I y su esposa Sancha regalaron a la Basílica. De esta manera, se ejecutó uno de los saqueos de arte más significativos de la ciudad de León.
San Marcelo
Esta situación no era nueva. Dos años antes, el director del Museo Arqueológico Nacional por aquel entonces José Amador de los Ríos, en unos de sus frecuentes viajes a León en busca de piezas para el Museo, localizó en la Iglesia de San Marcelo de la ciudad, concretamente sobre la talla de San Marcelo, obra de Gregorio Fernández (s. XVII) que preside el retablo del altar mayor, una espada de las denominadas jinetas que la imagen del santo portaba al cinto.
El alto valor artístico-histórico de la pieza dio lugar a la realización de importantes gestiones o presiones por parte de José Amador de los Ríos, teniendo como resultado que, al año siguiente, la espada fuera “donada” por el Cabildo de la iglesia de San Marcelo al Museo Arqueológico Nacional, pasando a formar parte de los tesoros artísticos leoneses que se localizan, por una u otra causa, en Madrid.

Esta denominación del tipo de espada tiene un significado incierto. Se relaciona su origen con la tribu berberisca de los benimerines o zenetes, que entraron en la Península en el s. XIII. A pesar de su origen africano, la jineta es un arma de producción exclusiva del periodo nazarí, existiendo  dos tipos de espadas jinetas: las empleadas para la guerra, prácticamente exentas de decoración, y las de lujo, utilizadas en paradas o desfiles militares, recepciones, regalos, etc.
Éstas últimas, se caracterizan por una hoja estrecha de doble filo, ligera y recta, sobresaliendo sus bellas y decoradas empuñaduras que las hace únicas. Estas empuñaduras constan de una guarda con un arriaz muy curvo que inclina sus brazos hacia el arranque de la hoja, y en el que se muestra una profusa decoración a base de calados, nielados, textos, repujados o esmaltes, realizados en plata, filigranas de oro, incrustaciones de piedras, marfil, etc. Suelen ser de una sola mano y rematada por un pomo esférico, que a su vez finaliza con un botón un poco alargado; todo ello, siguiendo la exuberante decoración del arriaz.
La vaina suele ser de madera, forrada de cuero y decorada con rica guarnición en la embocadura y en las dos abrazaderas, cuyo fin es la suspensión del hombro mediante tahalí y contera, como se puede observar perfectamente en el soldado de la derecha de la pintura del Greco, El martirio de San Mauricio y la legión tebana, cuadro en el que también se distinguen otras jinetas suspendidas del hombro de otros soldados. 

Este tipo de espadas están documentadas por primera vez en las pinturas de la bóveda de la Sala de los Reyes de la Alhambra, donde el grupo de los diez primeros sultanes nazaritas, todos con jinetas, están representados en una pintura realizada sobre cuero, que resulta insólita en la tradición iconográfica islámica.
Se conservan muy pocos ejemplares. En la Biblioteca Nacional de París, se exhibe una espada jineta adquirida en Granada a principios del s. XIX; otras dos, se encuentran en el Museo de la ciudad alemana de Kassel y en el Metropolitano de Nueva York. Pero la mayoría se encuentran en España: una en el Museo de San Telmo de San Sebastián; dos en colecciones privadas, de Pedro Pidal y del Marqués de Campotéjar; dos en el Museo del Ejército, posiblemente las más conocidas popularmente ya que pertenecieron al famoso a Ali-Atar, alcaide de Loja, y otra que la tradición atribuye a Boabdil, el último rey de Granada. Estas dos últimas jinetas, fueron capturadas en 1483, en la batalla de Lucena.
Pero, sin duda, la espada leonesa que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional es una de las más bellas a la vez que posee la historia más apasionante. El propio Museo Arqueológico realiza una reciente y magnífica descripción de la jineta de San Marcelo, en texto realizado por Gaspar Aranda Pastor:
Esta espada constituye un ejemplar singular de la panoplia de armas de la Edad Media. Mide 95 cm de alto y 9,6 cm de ancho y se compone de hoja de acero y empuñadura de azófar, aleación de cobre y zinc.
La hoja es de doble filo con canal axial poco acusado hasta la mitad, sobre el que figura por ambas caras una marca flanqueada por dos estrellas de cuatro puntas. La marca, realizada con un punzón probablemente nazarí no identificado, presenta tres círculos concéntricos, el intermedio contiene quince crecientes y el interior un pequeño triángulo central.
Los especialistas consideran que la hoja es original. La empuñadura consta de: grueso pomo redondo con caras de círculos relevados en el anverso y reverso, y coronado por un botón; puño husiforme formado por dos piezas; y arriaz con forma ultrasemicircular de perfil superior ondulado, centrado por un escudete trilobulado (perdido en una de las caras con posterioridad a 1892).
Los brazos del arriaz, caídos hacia la hoja, rematan en ganchos hacia el exterior para soportar láminas caladas por tres filas paralelas de círculos. Estos remates se han identificado con cabezas de aves por A. Fernández-Puertas.
El artesano nazarí ha decorado la empuñadura de azófar mediante las técnicas del damasquinado y del nielado con oro y plata, respectivamente. Así, concibió la ornamentación en dos planos con un tema de lazo de círculos enlazados, superpuestos a las bandas que siguen los ejes marcados por los círculos.
Las bandas muestran inscripciones, y los espacios intermedios se rellenan con ataurique. Las inscripciones rezan lo siguiente, según F. Fernández y González: en el pomo, "No hay permanencia sino en Dios, que es subsistente"; en el puño, repetido dos veces: "El imperio permanente y la gloria duradera son propiedad de Dios"; y en el arriaz, en un lado: “No hay permanencia sino en Dios, que es Supremo", y en el otro: "La subsistencia toda es de Dios, que es Supremo ".
La espada, que ha sido objeto de algunas intervenciones, ha perdido su vaina, pero se debe suponer que estaría guarnecida con brocal, abrazadera y contera, siguiendo el mismo patrón decorativo de la empuñadura tal y como muestran los trazos inconclusos en el arriaz.
El origen de la espada leonesa es una incógnita, aunque es muy probable que llegara a León junto con el cuerpo de San Marcelo, y como ofrenda de Fernando el Católico que estuvo presente en el acto ocurrido el 29 de marzo de 1493.
 
La jineta, supuestamente entregada como ofrenda al santo por Fernando el Católico y fechada por expertos en la segunda mitad del s. XV, debió pertenecer a algún o algunos de los altos personajes árabes de Granada. Después de pasar cerca de cuatro siglos colgada al cinto de la talla de San Marcelo, en el retablo del altar mayor de la iglesia de León, le esperaba su nueva y definitiva ubicación en Madrid para ser valorada y admirada en el recién creado Museo Arqueológico Nacional. Pero no iba a finalizar ahí su historia, aún le esperaba una nueva e inesperada aventura.
El panorama político español al final del reinado de Amadeo de Saboya era desolador. En Madrid, los motines y algaradas populares eran frecuentes. El 11 de diciembre de 1872, un grupo de insurgentes republicanos salieron a la calle siendo uno de sus objetivos el Museo Arqueológico, en aquel momento instalado en un antiguo palacete, denominado Casino de la Reina, en la madrileña Glorieta de Embajadores.
El asalto al Museo no formaba parte de la acción político-revolucionaria de los alborotadores, sino que, únicamente, se trataba de conseguir cualquier tipo de arma allí expuesta. Antonio García, director en aquel momento del Arqueológico, relató los sucesos de aquella noche:
Entraron en el denominado Salón Árabe, sin que se les pudiera oponer resistencia. Los cinco individuos del cuerpo de orden público que guardaban el establecimiento no tenían otras armas que tres revólveres por lo que, notando la insistencia con que los amotinados les buscaban, creyeron prudente ocultarse. El conserje del Museo trató de calmar la violencia de los amotinados, ebrios en su mayor parte, haciéndoles algunas concesiones, como un revólver de su propiedad y una carabina del jardinero. No pudo impedir que otros se apropiaran de unas armas antiguas de poco valor, salvo una espada granadina que es la única pérdida importante a lamentar.
La llegada de los soldados provocó la huida de los asaltantes que rápidamente desaparecieron por las calles adyacentes al Museo. Uno de aquellos revolucionarios se llevó con él la jineta de San Marcelo, hecho que pudo haber sido el final de la historia de la pieza. Sin embargo, la suerte quiso que durante su ronda habitual dos civiles militarizados, miembros del 10° Batallón de Voluntarios de la Libertad, escuchasen gritos y vivas a la República.
Localizados los alborotadores, los militares les dieron el alto efectuando uno de ellos un disparo al aire que produjo la huida instantánea de los dos amotinados, soltando lo que llevaban en las manos: una vieja bayoneta y una espada antigua, espada que resultó ser la jineta de San Marcelo, robada momentos antes del Museo.
La jineta de San Marcelo recuperó su lugar en la Sala Árabe, y aún se puede contemplar hoy junto con otras piezas de origen hispanoárabe, en las estancias del Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
-Pregón San Marcelo 2009. Diario de León.
-Prisión centurión Marcelo en León.
-Crucifijo marfil de Fernando I (s. XI).
-San Marcelo. Talla Gregorio Fernández, retablo altar mayor.
-Jineta de San Marcelo. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
-Escenas de guerra. La Alhambra.
-Los primeros diez sultanes nazaríes. Sala de los Reyes. La Alhambra.
-El Martirio de San Mauricio. El Greco.
-Jinetas del Museo del Ejército.
-Jineta de San Marcelo. Detalle, MAN.
-Jineta de San Marcelo. Detalle, MAN.
-Manifestación pueblo Madrid en Puerta del Sol durante revolución de 1868. José C. de Alisal.
-Grabado Ilustración Española y Americana. Nº 48, 24-12-1872. Biblioteca virtual M.Cervantes.
Referencias
  1. Volver arriba↑ Parroquia de San Marcelo: "Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz" de León, España
  2. Volver arriba↑ de Gaiffier, B. "S. Marcel de Tanger ou de Léon? Évolution d'une légende", Analecta Bollandiana 61 (1943), 116–139
  3. Volver arriba↑ España Sagrada. Tomo XXXIV. Enrique Flórez. Santos del Obispado de León. pg 343.
Fuente:
http://santopordia.blogspot.com.ar/2017/10/30-de-octubre-san-marcelo-centurion.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed:+blogspot/izOhF+(El+Santo+del+Dia)https://www.pildorasdefe.net/santos/celebraciones/santoral-catolico-san-marcelo-centurion-romano-hijos-martir-30-octubre
http://www.alfayomega.es/santoral/29-de-octubre-san-marcelo-el-militar-de-dios
http://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_3955
Santi e Beati
http://www.fonsado.com/2015/10/san-marcelo-2015.html
http://www.primeroscristianos.es/index.php/santo-del-dia/santoral/item/3633-san-marcelo-martir-29-de-octubre

No hay comentarios.:

Publicar un comentario